Adoratrices de San Pedro renovaron votos

BUENA NUEVA.- La Diócesis de Torreón cuenta con una diversa presencia de congregaciones religiosas femeninas que se dedican al servicio de Dios y la Iglesia desde diferentes carismas.

Una de las órdenes que se insertan en esta porción del pueblo de Dios, es la de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, que de forma contemplativa se entregan en servicio a través de la oración y el silencio haciendo suyas las necesidades del mundo. De esta manera dan testimonio de la presencia real de Jesús en la Eucaristía.

La congregación se encuentra insertada en el municipio de San Pedro de las Colonias, Coah., desde hace 30 años. El pasado domingo 15 de septiembre, siete religiosas renovaron sus votos en el marco de la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, a quien se le considera la patrona de esta orden religiosa.

Lo anterior se realizó en una santa misa que se celebró a las 12:00 horas y que fue presidida por Mons. Luis Martín Barraza.

Ese día, en los monasterios de las madres adoratrices de todo el mundo, se renuevan los votos de pobreza, castidad y obediencia, para que, a imitación de la Santísima Virgen María, sepan testimoniar el amor en medio de tantos males al pie de Jesús Sacramentado.

Los votos de la vida religiosa

Las religiosas y religiosos son mujeres y hombres que siguen a Jesús por un camino preciso que es la imitación de su vida. Este camino tiene por objetivo poner en práctica la perfección de la esencia del cristianismo: la caridad. ¿Cómo lo logran? Por la vivencia de los tres votos (pobreza, castidad y obediencia), que son la expresión de su consagración total a Dios.

Los votos no son más que medios para poder poseer a Cristo de un modo más perfecto, único fin de la vida religiosa. Un religioso busca ser pobre, conserva su castidad y obedece a sus superiores, no por formar estas virtudes en sí, sino para imitar mejor a Jesucristo.

Por el voto de pobreza, voluntariamente se desprende de los bienes materiales. Sorprende este voto en medio de una sociedad donde se busca con fruición el tener más y más comodidades, artículos de consumo y diversiones sin fin. 

Similar al anterior voto es el de castidad: el religioso se compromete a no tener otro amor en su vida que no sea Jesucristo y por la vivencia de este compromiso dar un continuo ejemplo a los hombres de que hay un amor más grande y más perfecto que nos espera de modo pleno después de esta vida, pero que también puede disfrutarse ya en ésta.

Obediencia: El voto más costoso pero también el que mejor logra en el religioso su transformación en Jesucristo, quien «siendo Hijo, aprendió sufriendo a obedecer» (Heb 5,8). Una obediencia que le costó mucho pero que no negó, «obediente hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,8). El religioso confía su vida a la voluntad de Dios expresada en sus legítimos superiores. Cumpliendo lo que le manden éstos y la regla de su congregación u orden, el religioso puede estar seguro de encontrarse en el auténtico camino de santidad.