Capilla tendrá reliquia de primer grado del Padre Pro
BUENA NUEVA.- Gracias a las gestiones realizadas por los sacerdotes jesuitas que evangelizan en la Parroquia San Judas Tadeo en Torreón, se logró obtener una reliquia de primer grado del padre Miguel Agustín Pro, la cual permanecerá en la capilla del mismo nombre que se localiza en la Col. Nueva California, para su veneración.
Lo anterior lo dio a conocer el padre Alejandro Torres S.J., vicario de la parroquia antes señalada y quien atiende la Capilla del Padre Pro. Informó que con motivo de la fiesta patronal, se celebrarán diversas actividades del 22 al 24 de noviembre.
Lo que destaca es la entronización de la reliquia de primer grado del beato. El padre dio a conocer que fueron los propios sacerdotes jesuitas quienes la gestionaron en la Parroquia de la Sagrada Familia en México, templo donde se localizan los restos del beato.
«Hablamos con el padre Gonzalo Rosas, quien además es el postulador de la canonización del padre Pro, para solicitar la reliquia a manera de préstamo, sin embargo obtuvimos más que eso, ya que se nos regaló la reliquia para poder darle culto en la capilla. Luego hablamos con el señor obispo Luis Martín Barraza, quien con gusto aceptó la entronización de la reliquia en nuestra diócesis», compartió el padre.
La reliquia será entronizada el 23 de noviembre, día en la que se tiene programada una peregrinación con danza a las 12:00 horas por los alrededores de la capilla, luego se celebrará la santa misa.
¿Quién es el Padre Pro?
El Pbro. Miguel Agustín Pro Juárez S.J., nació el 13 de enero de 1891, en Guadalupe, Zac. Desde joven fue sensible a las necesidades de los trabajadores mineros y las familias pobres del lugar donde vivió.
En 1911, ingresó a la Compañía de Jesús. A causa de la rebelión y persecución en México, fue enviado a estudiar al extranjero. En Europa tuvo la oportunidad de estar en Bélgica, conociendo el problema de los obreros. Fue ordenado sacerdote el 30 de agosto de 1925.
Por muchos años estuvo enfermo y fue operado 4 veces. Sus superiores, al ver que su enfermedad avanzaba, lo enviaron a México para que muriera en su patria, cerca de su familia. Llegó a México en julio de 1926, cuando la persecución religiosa recrudecía.
La enfermedad no le impidió al Padre Pro trabajar incansablemente; a escondidas daba ejercicios espirituales, llevaba la comunión a los enfermos, celebraba la misa, etc. Para ello se ingeniaba en disfrazarse, algunas veces de obrero; así despistaba a los oficiales que andaban detrás de él.
Al padre y a sus hermanos se les acusó de estar implicados en el atentado fallido contra el presidente Álvaro Obregón. Aunque el verdadero autor del atentado, el Ing. Segura Vilchis, se entregó a la policía, el Padre Pro y sus hermanos Humberto y Roberto fueron detenidos y condenados a muerte.
El 23 de noviembre de 1927, con los brazos abiertos en cruz, ante el pelotón de fusilamiento y las personas allí presentes, pronunció claramente, sin gritar: «¡Viva Cristo Rey!», y cayó al suelo para recibir, luego, el tiro de gracia. Después fue fusilado su hermano Humberto. A Roberto le perdonaron la vida por ser muy joven.