Catequistas hasta que Dios quiera

BUENA NUEVA.- ¡Soy feliz de ser catequista! ¡Catequista hasta que me muera! ¡Catequista por siempre! ¡Catequista hasta que Dios quiera! Estas fueron algunas de las expresiones que compartieron evangelizadoras con más de 20 años al servicio de la Iglesia.
El 26 de enero, la Diócesis de Torreón celebró el Día del Catequista. Ahí se dieron cita más de 600 laicos para tratar diversos temas, entre ellos, la reciente catequesis para adultos que se ha estado impartiendo desde finales del año pasado.
La Diócesis cuenta con un número importante de catequistas, la mayoría mujeres adultas, quienes han acompañado a esta Iglesia particular en las diferentes etapas pastorales del presbiterio de Torreón.
Un grupo de catequistas, entusiasmadas y con hambre de seguir transmitiendo el Evangelio, compartieron algunas de sus experiencias para el periódico BUENA NUEVA, con la finalidad de que las nuevas generaciones se animen a formar parte de tan noble apostolado.
María Valentina García, catequista desde hace más de 20 años, sirve para la comunidad parroquial de Nuestra Señora de Lourdes, así como en la Capilla Santa Ana y San Joaquín de Coyote, Coah. Con 79 años de edad, se siente feliz de realizar su apostolado.
Señaló que la renovación catequética por la que está atravesando la Diócesis, con algunas disposiciones expuestas por el señor obispo Luis Martín Barraza Beltrán, como la catequesis de adultos, son muy acertadas, pues comentó que se vive una crisis familiar en la que la pérdida de valores y la falta de comunicación entre padres e hijos son casos frecuentes que se exponen en las reuniones de catequesis con los niños y jóvenes.
María Mayela Ávila Castillo, catequista desde hace 30 años en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, coincidió en que al momento de evangelizar a los niños y adolescentes, estos temas salen a relucir.
Agregó que en lo que se refiere a la parroquia que atiende, la respuesta de los padres de familia en cuanto a acudir a formación para que sus hijos puedan recibir los sacramentos de iniciación cristiana, ha sido favorable. En las reuniones, comentó, se les invita a mantener un diálogo con sus hijos y a procurar la relación intrapersonal, pues la mayor parte del tiempo padres e hijos no dialogan cara a cara, por diversos motivos, entre ellos las cuestiones laborales y el uso de las tecnologías.
María Elena Granados Rivera (catequista del Perpetuo Socorro desde hace 35 años), Olga Santos Contreras, de la Capellanía del Padre Pro (20 años de catequista) y Marcela Murillo de la Parroquia San Juan de los Lagos en Torreón (36 años de catequista), coincidieron en que uno de los retos actuales de este tipo de evangelización, es encontrar la manera de atrapar con dinámicas y actividades la formación de los padres de familia, porque muchos de ellos se aburren con las pláticas.
Las catequistas expusieron además que sigue habiendo resistencia de los padres en cuanto al periodo de formación para que sus hijos puedan recibir algún sacramento. Señalaron que todo lo quieren fácil y rápido, por lo que se tienen que enfrentar a situaciones en las que incluso se molestan y dejan de asistir a la formación.
«Es importante una formación a largo plazo. Se deben empapar verdaderamente de la Palabra de Dios, el año que propone el obispo es muy bueno y aún así para aprender del Evangelio se necesita más tiempo. Se puede dar una formación de tres días y administrar el sacramento, pero de esta forma los jóvenes jamás conocerán a Dios realmente y eso es lo que falta en las familias de hoy en día, conocer el amor de Dios, su misericordia, y de esta forma poder tener la sociedad sin violencia que todos queremos», expuso la señora María Valentina.
Otro de los temas que preocupan a las evangelizadoras y al resto de sus compañeros, es la inminente falta de grupos juveniles, situación que se ha detectado en diversas comunidades, atribuyéndolo al desinterés de los propios sacerdotes para conformar y reforzar a los grupos de jóvenes después de los cambios parroquiales que se presentaron durante 2018 y 2019.
Aunque aclararon que así como muchos presbíteros dejaron de apoyar a este grupo de la población, otros tantos siguen haciendo esfuerzos por mantener vivo el espíritu juvenil y es ahí donde decenas de evangelizadores como ellas, acuden con su experiencia y tratan de impulsar a los mismos chicos a que se conviertan en catequistas.
Todas ellas cuentan con familias, ocupaciones de diversas índoles, que no son impedimento para anunciar la Palabra de Dios. En ellas recae un compromiso fundamental en la formación cristiana de decenas de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, que están sedientos del amor de Dios.
Incluso muchos catequistas, pasan por momentos de constante estrés ante el desinterés, enojo e inconformidad de quienes buscan acelerar los procesos de formación y, sin embargo están ahí, llevando una palabra de aliento a quienes lo necesitan y agradeciendo al Señor el don de ser catequista.