Comentarios cuaresmales contra algunas costumbres

AREÓPAGO

Por Jesús De la Torre T., Pbro. 

     Se viene la Cuaresma y para muchos solo anuncia un cambio de dieta alimenticia: capirotada, nopalitos cocinados de variadísimas maneras, camarones, pescado, ayuno para equilibrar el peso; para otros es el anuncio de la Semana Santa, el viacrucis, la vueltecita al Cerro de las Noas; y para otros, un tiempo de lo que la Biblia llama “conversión”: cambio de modo de pensar, cambio de modo de querer, para dejar los modos como el mundo nos enseña a pensar y a querer. Y éstos últimos son los pocos que ven la Cuaresma como un proceso, pensado por la liturgia y la espiritualidad cristiana. Profundicemos en este último grupo. 

     Según pastoralistas de renombre universal, las dos primeras semanas de Cuaresma están señaladas para meditar en la condición del pecado que asedia al humano: la primera semana, con el ejemplo de Cristo, nos ayudaremos a advertir que todo mundo está amenazado por el pecado, pero que lo podemos vencer. En torno al consumismo se nos da de sobra en qué pensar, porque aún en tiempos de pandemia y de pobreza, compramos lo que no nos hace falta. La segunda semana cuaresmal nos invita a no dejar que el pecado estruje nuestra dignidad humana, a partir de la consideración de Cristo transfigurado en el monte. 

     La tercera y cuarta semana cuaresmales son espacios para la reflexión, para fundamentar la conversión bajo la luz de la Palabra de Dios. Tiempos propicios para seleccionar algunos días intensos para la reflexión, a través sobre todo de ejercicios espirituales. Es el tiempo de reacción ante la maldad del mundo que nos avasalla sobre todo con el consumismo y las vanidades. El enfrentarnos a nosotros mismos no deja de ser una gran aventura y la manera de encontrar el tesoro valioso que nos anuncia el Evangelio, por el que vale la pena despojarse de todo, para adquirirlo. Tiempo de sorpresas dentro de nosotros mismos y de lo más notable en la vida personal. 

     La quinta semana cuaresmal es señalada para la reconciliación. Quien necesite reconciliarse con la Confesión penitencial encuentra aquí el tiempo oportuno, y los decanatos de la Diócesis de Torreón suelen organizarse para facilitarle al pueblo cristiano que lo haga. No todos los decanatos lo hacen, pero lo señalado tiene sus fundamentos pastorales. La lógica es que durante la Semana Santa y todos los domingos de Pascua, ya nadie pida confesión. Esto está muy de acuerdo a los mandamientos de la Iglesia, uno de los cuales, pide que los fieles se confiesen por lo menos una vez al año, por Cuaresma.