Conoce el evento guadalupano desde una visión pastoral

BUENA NUEVA.- La Diócesis de Torreón se prepara para celebrar la fiesta de María de Guadalupe el 12 de diciembre. Sin embargo, y pese a que La Laguna de Coahuila mantiene un fervor predominante hacia la Morenita del Tepeyac, es sabida la poca formación de los laicos en materia de evangelización sobre el evento guadalupano, a grado tal que algunos creyentes ponen a la Virgen María antes que a Dios Padre.
Tercera tendencia pastoral
Algunos misioneros estaban convencidos de que la conversión de los indios se facilitaría si los mismos indios llegaban a ser evangelizadores y sostenían que un solo sacerdote indio hará más conversiones que 50 europeos. Hasta entonces, ningún indígena era considerado «digno» de recibir las órdenes sagradas.
Esta tendencia pastoral la concretiza Bartolomé De las Casas y consiste en una evangelización pacífica y respetuosa. De las Casas mantiene una fe en la cultura indígena, pues, para él están capacitados para recibir el mensaje cristiano. Son frecuentes sus memoriales donde denuncia las secuelas de la conquista y la inhumana explotación del indio. Habla abiertamente de abolir la encomienda para poder realizar una efectiva y pacífica evangelización.
Los primeros en realizar este proyecto pastoral fueron los franciscanos y agustinos. Éstos recibían en sus casas a todas las personas que así lo quisieran. Los franciscanos, en cambio, admitían solo a los hijos de las principales familias indígenas. Este fue el ambiente de la fundación del Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco (1536-1576). Magnífico ejemplo de la capacidad del indígena para aprender lenguas. En el colegio se habla de náhuatl y latín. Se sabe que muchos discípulos indígenas sobrepasaron a los alumnos españoles.
En esta experiencia, se rescató la tradición cultural y mítica indígena. Ahí se escribió la relación indígena de las apariciones guadalupanas en el Nican mopohua, escrito en náhuatl. Los indios formados ahí se dieron cuenta de la ignorancia de algunos clérigos españoles. Desgraciadamente esta experiencia se terminó debido a problemas económicos y a la hostilidad de los españoles.
Los mismos franciscanos atestiguan que ellos no hubieran podido llevar a la práctica de manera regular la evangelización si no se hubieran ayudado de indígenas de confianza, auxiliares muy eficaces en cumplir con múltiples tareas en sus lugares de origen. En cada barrio se formaban equipos para la evangelización. Se cuidaba de todas las personas de todas las edades. En sus crónicas, los franciscanos no temen atribuir a sus colaboradores indígenas el mayor mérito en la conversión de los indígenas.
Gracias a la formación que los indígenas recibieron, fueron capaces de salvaguardar su identidad cultural, sus tradiciones. De esta experiencia surgieron muchas obras indígenas invaluables. Y es ahí donde la tradición echa sus raíces hasta nuestros días. El evento guadalupano fue la respuesta de gracia a una situación humanamente sin salida: la relación entre indígenas y españoles era ya insostenible. El indio Juan Diego fue el puente entre el antiguo mundo mexica y la propuesta evangelizadora cristiana llegada a través del mundo hispano. Esta es la peculiaridad del evento guadalupano.
Dos mundos, desconocidos el uno para el otro y enemigos eternos, con todas las premisas para el odio o la aceptación fatalista de la derrota por parte de los indígenas y para el desprecio o la explotación por parte de los conquistadores. Juan Diego y el obispo Zumárraga representan ambos mundos. Se llegó a una inculturación del mensaje cristiano único en el mundo. Nace un mundo nuevo.
Fuente: Dr. Pbro. Héctor De la Vega.