Desde el corazón de las montañas de Juanchorrey
Por: Pbro. Jesús De la Torre.
BUENA NUEVA.- José León Robles De la Torre estuvo encariñado siempre con la naturaleza que contempló en las montañas de Juanchorrey, ochenta kilómetros al poniente de la ciudad de Zacatecas. Ahí en ese pueblo, a los pies de la montaña, nació el 11 de abril, y fue sepultado en Torreón ese día, al cumplir 95 años de vida, según nos comunicaban sus hijos, Alejandro y Laurita. Años atrás acaeció la muerte de Alejandro, el hijo mayor, y después, Anita Rodríguez, la esposa amada. En plena adolescencia, ingresó al Seminario de Totatiche, Jalisco, que era un seminario auxiliar del Arzobispado de Guadalajara, del que al poco tiempo salió. Ahí tuvo origen su amor a las letras y publicó La poesía y su estudio, que fue el primero de más de 30 libros que publicó a lo largo de su vida, quedándose sin publicar una obra de más de 20 tomos: La historia de los presidentes en México.
El amor a las letras, a la investigación histórica, a la numismática, le acompañaron toda su vida, todavía en el mes de abril publicó su último artículo. Poeta e historiador perseverante que luchó con entereza por conducir a su familia, reconocido por muchos laguneros. Por su mismo modo de concebir la vida, era un hombre que amaba el pasado, por lo que explica por qué el presente es como es, y con proyecto de futuro esperanzador. No importaron los 95 años para señalarlo como «viejo». Siempre tuvo proyecto de vida y no le estorbaron ni las ideologías en boga.
José León adquirió los elementos de su formación en el Seminario de Totatiche, de ahí su cultivo de la literatura y la historia, asumidas con pasión, aún en los momentos más tensos de su vida. Fue un católico convencido, sin ser un «mocho»; nunca militó en las filas pastorales de la Iglesia diocesana o de comunidades parroquiales, pero sí se mantuvo sensible a todo el caminar de la Iglesia, en constante diálogo con un buen número de presbíteros que fueron sus compañeros de antaño y sus tres paisanos de Juanchorrey, Jesús y Tobías De la Torre y Pascual Correa, recientemente fallecido.
José León fue un hombre de amor a la patria chica, a la patria de adopción lagunera, a la patria grande; de amor singular a la familia propia y a las familias con quienes simpatizaba; un católico no vergonzante, que logró la confianza de los obispos don Fernando Romo y don Luis Morales Reyes para consultas históricas; un hombre que con severa enfermedad, siguió hablando del pulso de la vida de este mundo del CODVID-19. Alguien murió. Alguien no murió. Sus columnas semanales de historia, ya no aparecerán.