El agua es fuente de vida

Parte III

BUENA NUEVA.- El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral está plenamente comprometido con el Jubileo de la Tierra propuesto por el Papa Francisco, siendo el cuidado de la Casa Común uno de los temas centrales del actual pontificado.

En cuanto a dicho tema, el agua adquiere una dimensión esencial. El Sumo Pontífice se ha expresado varias veces sobre este tema, especialmente sobre la desigualdad de acceso al agua potable. El precioso líquido y las cuestiones relativas a su protección son objeto de un largo documento titulado Aqua fons vitae. Orientaciones sobre el agua: símbolo del grito del pobre y de la Tierra, publicado en junio por el mismo dicasterio.

En ese sentido, el periódico diocesano BUENA NUEVA te compartirá los puntos más destacados de dicho documento: 

Valor institucional y valor útil para la paz 

El modo de gestionar el agua en muchas áreas rurales implica una alta participación de las comunidades locales: por ejemplo, en la decisión de crear un pozo o de cómo usar o compartir una fuente de agua, la posibilidad de acceder a un área de pesca específica, de aprovechar una cantidad de agua de un río (generalmente, estableciendo un cierto régimen de derechos para acceder al agua). La gestión comunitaria y la presencia frecuente de varios comités encargados de resolver disputas (cuando no es un auténtico tribunal) constituye una parte importante de la vida social y contribuye a fortalecer a la población, probablemente más que en los casos en los cuales la gestión tiene lugar a un nivel superior (por ejemplo, gestión de una cuenca, empresas privadas o públicas que gestionan el agua en las grandes ciudades) presentando una realidad compleja: cómo numerosas comunidades interactúan con «la totalidad». 

Además, las aguas dulces, tanto superficiales como subterráneas, son en gran medida transfronterizas. Pensar por un momento en que si los países colaboraran mayormente en el tema del agua en varias áreas del mundo respecto a la situación actual, habría más paz. En situaciones críticas, la tensión que se crea entre las partes por lo que concierne al acceso, uso y reparto del agua, «a menudo conduce a un conflicto abierto que puede llegar a ser violento si no es tratado de manera correcta. 

»Aunque el agua muy rara vez es la única –con poca frecuencia la principal– causa del conflicto entre o dentro de las naciones, sí tiene la capacidad de exacerbar las tensiones existentes, así como impedir el progreso hacia la solución de conflictos más amplios ya existentes». 

Los mecanismos y las comisiones fluviales establecidas por los acuerdos hídricos pueden fomentar la comunicación y el diálogo, mejorando así las relaciones entre los grupos, más allá de su papel habitual de facilitar una gestión conjunta de los recursos hídricos. Por medio de tratados y costumbres se ha plasmado un conjunto de normas que se aplican a los ríos, lagos, mares, cuencas y recursos hídricos subterráneos compartidos a nivel internacional. Estas metodologías, orientadas hacia la comprensión mutua, el intercambio de información, la búsqueda y la implementación de soluciones constituyen la denominada «diplomacia del agua».

Valor económico 

En muchos casos, el acceso al agua potable (así como apta para otros usos, incluidos la agricultura, la construcción y la industria), las operaciones para su suministro y transporte, así como para su procesamiento y purificación, tienen un costo. Por lo tanto, es correcto reconocer su papel en la producción y en la economía, y también su «valor económico». Tales reconocimientos se pueden usar para: 

  • motivar constantemente a todos los usuarios a reducir al máximo el impacto negativo sobre el medio ambiente, reiterando lo que pierde la humanidad cuando no se respeta la naturaleza y lo que ganaría al protegerla;
  • se puede lograr mucho aplicando un análisis del costo-beneficio de la gestión del agua, identificando claramente compensaciones y subsidios;
  • entender que frecuentemente existe una relación entre la depuración y la purificación del agua: si se mejora el tratamiento de las aguas residuales, se reduce la contaminación y, en consecuencia, la necesidad de filtración en extracciones futuras;
  • estimular el ahorro de agua si se aplica el principio de cobertura de los costos totales (incluidos los costos ambientales), especialmente para usos intensivos y contaminantes.