El agua es fuente de vida

Parte IV

BUENA NUEVA.- El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral está plenamente comprometido con el Jubileo de la Tierra propuesto por el Papa Francisco, siendo el cuidado de la Casa Común uno de los temas centrales del actual pontificado.

En cuanto a dicho tema, el agua adquiere una dimensión esencial. El Sumo Pontífice se ha expresado varias veces sobre ello, especialmente sobre la desigualdad de acceso al agua potable. El precioso líquido y las cuestiones relativas a su protección son objeto de un largo documento titulado Aqua fons vitae. Orientaciones sobre el agua: símbolo del grito del pobre y de la Tierra, publicado en junio por el mismo dicasterio.

En ese sentido, el periódico diocesano BUENA NUEVA te compartirá los puntos más destacados de dicho documento: 

Aclaraciones sobre la privatización del agua 

Permanece una concepción excesivamente mercantil del agua que corre el riesgo de considerarla equivocadamente como una mercancía más, planificando incluso inversiones económicas de acuerdo con el criterio de la ganancia por la ganancia. El Papa Francisco escribió: «Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado». 

Este razonamiento no se limita solo al agua potable. Es un comentario más general. Laudato Si’ alerta contra algunas teorías económicas y contra la actitud de algunos participantes (empresas, inversores, políticos) que pueden considerar o gestionar el agua como un mero producto que puede ser poseído, capturado y controlado, consumido y comercializado de facto, negando que el agua es un elemento esencial para la vida, destinado a toda la humanidad: «Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias».

Hay que reconocer que cualquier intento de reflejar el valor económico del agua mediante un sistema de mercado o por medio de un costo no es suficiente para obtener el derecho universal de beber agua potable, incentivar el ahorro de agua, ni tampoco evita que los usuarios negligentes la contaminen, ya que quienes consumen y contaminan mucha agua aún pueden obtener beneficios económicos y las autoridades no les juzgan responsables de las consecuencias de estas acciones. 

San Juan Pablo II había afirmado que todas las personas deberían tener acceso al agua que es indispensable para sus necesidades, a niveles adecuados, y el pensamiento social católico siempre ha hecho hincapié en el hecho de que la defensa y la preservación de ciertos bienes comunes, como los entornos naturales y humanos, no se pueden dejar en manos solamente de las fuerzas del mercado, ya que tocan las necesidades humanas fundamentales que escapan a la lógica pura del mercado. El Estado, al servicio de los ciudadanos, es el gestor de los bienes del pueblo que debe administrar en vista del bien común. Es por esta razón que no tenemos que preparar un camino que lleve a la «tendencia a privatizar», de manera masiva y duradera, (como dicho anteriormente) los recursos hídricos, en favor de los inversores capacitados y que deseen hacerlo. 

El agua para uso humano: retos

El acceso al agua potable puede determinar la supervivencia o la muerte, o la supervivencia y los varios niveles de bienestar. Algunas sociedades, donde el acceso y el suministro de agua se considera obvio y se da por sentado, demuestran un conocimiento y una compasión insuficientes hacia la falta de agua en otras áreas del planeta. Lamentablemente, la falta de acceso adecuado al agua potable es una realidad terrible que viven diariamente miles de millones de personas. 

El ser humano necesita muy pocos litros de agua al día para no morir de sed. Sin embargo, en general, aquí se hace referencia al agua que usamos para beber, cocinar, lavar la ropa, para lavarnos, y para vivir una vida saludable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que con al menos 50 litros de agua por día per cápita, disponibles en un radio de no más de 100 metros de la vivienda de los usuarios, existen bajos riesgos para la salud humana. Estos requisitos se podrían satisfacer óptimamente si se dispusiera de 100 litros por día per cápita localmente. Por supuesto, no significa necesariamente que una sola persona deba consumir diariamente esos 100 litros. Es una medida indicativa y amplia, que se ofrece como orientación para la acción de los gobiernos. 

Aunque en la última década se han obtenido avances significativos, aproximadamente dos mil millones de personas todavía no tienen un acceso adecuado al agua potable, lo que significa que tienen un acceso irregular, o que la fuente de agua está demasiado lejos del hogar, o que el agua está contaminada y, por lo tanto, no es apta para el consumo humano. Una amenaza directa para la salud de los consumidores. La situación también es dramática en muchas áreas de tránsito migratorio y en muchos campos de refugiados, donde no hay infraestructuras adecuadas y donde resulta particularmente difícil evaluar las necesidades de las poblaciones.