El gran día de Yahveh

(Reflexión, Parte I)

Por: Ramón Sevilla Flores, SJ 

BUENA NUEVA.- Todo lo que Dios creó, lo vio muy bueno. Pero vemos que en la creación se da el mal, tanto el mal físico como el mal moral; el físico es el mal que se da en los seres creados y que en sí mismo no es maldad o pecado, por lo mismo se da en los seres puramente materiales y en los materiales vivos, como las plantas y los animales, y en los seres humanos, en sus cuerpos, que también son materia que tiene vida. 

Ejemplos de males físicos son: una rama seca en un árbol, una flor marchita, un edificio construido sobre arena, que amenaza derrumbarse; en los seres humanos son males físicos todas las enfermedades y dolencias que debemos soportar.

El mal moral se da en los ángeles y en los seres humanos que culpablemente se apartaron, y lo mismo nosotros, de la voluntad de Dios.

El mal, tanto el físico como el moral, tiene su origen en las creaturas de Dios, que salieron buenas de las manos, porque tanto los ángeles como los humanos hicimos responsablemente mal uso del gran don de la libertad que Dios nos dio. Luzbel y los ángeles que lo siguieron se rebelaron libremente contra Dios. En la gran prueba que Dios les puso, para que supieran qué es lo que querían ser, si corresponder a su amor en todo y para siempre o rebelarse contra Dios en todo y para siempre, libremente decidieron odiar y maldecir a Dios.

A los seres humanos también Dios nos quiere poner en la vida esa gran prueba de nuestra libertad y, por una parte, nos ayuda con sus ángeles fieles para que optemos por corresponder a su amor en todo y para siempre y, por otra, permite que los malos espíritus nos pongan tentaciones para que seamos infieles como ellos y decidamos libre y culpablemente desobedecerlo y prescindir completamente de Él. De nosotros depende lo que queremos ser, fieles hijos o rebeldes.

En el origen de la humanidad Dios creó a Adán y Eva, varón y mujer, esposo y esposa, para que fueran el padre y la madre de todos los vivientes. También ellos, en el momento de la gran prueba de Dios, al comer del fruto prohibido, tomaron la opción libre y culpable de seguir los engaños del maligno y desobedecer siempre a Dios. Ese es el gran pecado y el origen de todos los males físicos y morales que se dan en las creaturas de Dios.

Con una muy importante diferencia, mientras que los ángeles no solo optaron por desobedecer a Dios, sino que llegaron a maldecirlo para siempre y cayeron en el abismo del odio y la desesperación, el primer hombre no llegó a cometer este gravísimo pecado contra el Espíritu Santo, solo creyó ser como Dios para distinguir por sí solo el bien y el mal, vana ilusión y engaño fatal. Por eso mismo Dios fue misericordioso con el padre y la madre de todos, los llamó a la conversión, reconocieron su pecado y los perdonó anunciándoles que de ellos vendría el Mesías a salvar de todos los males a la humanidad. 

Nota: Texto publicado en la página de Facebook del padre Ramón Sevilla.

Continuará…