El inmenso valor de la buena lectura

COLUMNA VERTEBRAL
Juan Ceballos Azpe
Alguien dijo que «la ignorancia es la más peligrosa de las enfermedades, y el origen de todas las demás», lo que representa una de las verdades más grandes que se han expresado; por desgracia, en este país nuestro los diversos gobiernos del siglo pasado y el actual parecen no saberlo, o peor aún, lo saben tan bien que –a decir de sus detractores– no tienen el menor interés de proporcionar la medicina que la cure, porque un pueblo con altos niveles de educación tiene bajos niveles de corrupción e impunidad; su clase política gobernante no se enriquece de manera ilegal; hay transparencia y rendición de cuentas; así como eficiencia en las instituciones públicas y en la procuración e impartición de justicia. La buena lectura es un factor esencial para elevar el nivel educativo de la sociedad.
El viernes 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro, ya que, en un día como éste, pero de 1616, fallecieron Miguel de Cervantes y William Shakespeare, por lo que conviene reflexionar en la importancia y el inmenso valor de la lectura como una forma idónea para el despertar de la conciencia crítica. En otras palabras, como decía santa Teresa de Jesús: «Lee y conducirás; no leas y serás conducido». Quienes leen y están preparados tienen mayores posibilidades de ejercer un liderazgo; por el contrario, los que no practican el hábito de la buena lectura y carecen de preparación, tienen más posibilidades de ser manipulados, manejados al antojo y capricho de quienes buscan preservar sus intereses, en detrimento del bien de las mayorías. De ahí la importancia de sembrar la semilla de la lectura e inculcar en las nuevas generaciones la sabiduría del proverbio hindú: «Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora».
Por su parte, san Agustín decía: «Cuando rezamos, hablamos con Dios, pero cuando leemos, es Dios el que habla con nosotros», y esto puede referirse no necesariamente a un dios religioso, sino al metafórico dios de la ciencia, las artes, la filosofía u otra fuente de sabiduría, que nos habla para enseñarnos a ser mejores humanos, más conscientes y preparados para contribuir a dejar de ser un país cuya mayoría vive en pobreza, subdesarrollo e ignorancia. Es lamentable el desperdicio de nuestro potencial. Somos una nación privilegiada con grandes recursos humanos y naturales, y con una educación de primera dejaríamos de ser un país de cuarta, para cimentar un presente en el que el futuro pudiera verse con fe y esperanza, COLUMNA VERTEBRAL del México fuerte al que podremos aspirar cuando todos –sociedad y gobierno– tomemos conciencia y, por ende, actuemos en consecuencia, en torno al inmenso valor de la buena lectura.
¿No lo cree usted así…? ¡Ánimo!