El Resucitado es el que crucificaron
Por: Pbro. Jesús De la Torre.
BUENA NUEVA.- Los libros litúrgicos de la Iglesia católica, la tarde del Domingo de Resurrección, colocan un texto del Evangelio de Lucas (24,13-35) que habla del lamentable estado de ánimo de dos discípulos de Jesús, que la tarde del día de la Resurrección, van rumbo a un pequeño pueblo llamado Emaús. Caminan platicando sus frustraciones y ya afirman lo de Jesús el Nazareno como un fraude porque a esas horas todo es desilusión grande: «Nosotros esperábamos que Él sería el liberador de Israel» (24,21). Pobres y pobres, pero tenían sus ambiciones de poder, razón por la que esperaban que les tocaría en el Reino, como ellos lo entendían, un puesto político.
Por las misma décadas en las que fue escrito el Evangelio de Lucas, escribiría san Juan en el Apocalipsis: «El Resucitado es el que crucificaron», que fue en ese tiempo mensaje claro para la entonces desconocida redondez de la Tierra. Así se lo acabaron sus incansables enemigos, pensando que muerto el mensajero del Evangelio, se acabaría su ruido. Pero se trataba de algo más trascendente: la predicación del Reino de Dios, y ese Reino no es de estructuras políticas. No se trata de poder político, pero la experiencia nos habla que desde las estructuras eclesiales se trabaja en favor del poder político, y esto se da aún en tiempos de COVID-19.
Por la COVID-19, en parte, el mundo anda al revés, aunque no todos, pero son muy frecuentes las consideraciones sin atención a las proporciones de habitantes, como el hecho de que México es un país de más de 120 millones de habitantes y los muertos por ese virus no alcanzan a los doscientos, aunque no es bueno que muera ya ninguno, pero muchos más están muriendo por violencia sin sentido, por accidentes de tránsito, por diabetes, por ataque al corazón, asesinato de mujeres, etc. Por lo pronto esta pandemia o epidemia, por su dimensión mundial, avisa ya que se tienen que dar muchos cambios en la economía y en el sistema financiero, que ya nos asustó en el año 2009, pero que se sostuvo, a nivel internacional.
En fin, que llegamos al presente Domingo de Resurrección encerrados en nuestras casas, entristecidos y desconociendo muchos motivos, pero con la abrumadora fuerza de los medios de comunicación social, estamos asustados y quisiéramos una esperanza para la calle, donde vive el humano de cada día y tan solo comenta: no estoy de acuerdo con que cierren los templos, ¿por qué no se abren más hacia la confianza del pueblo, que sí sabe defenderse, con sabias observaciones?