ES TAREA DE LA COMUNIDAD ECLESIAL PREPARAR A LA CONFIRMACIÓN. 

AREÓPAGO(VII/7/9/2023). 

Por Jesús de la Torre T. Pbro. 

     En la Iglesia Católica, hoy en día, se nota una preocupación por el abandono de la creencia de la fe, en muchos creyentes, que se suele culpar al ambiente ateo que predomina en la sociedad, a la falta de fervor cristiano en muchos, al avance de la ciencia y de la técnica que hace sentir más suficiente al hombre actual, pero poco se culpa a la falta de atención a la vida de los siete Sacramentos en su proyección social, comunitaria; en esta columna semanal, nos fijamos ahora en el Sacramento de la Confirmación. 

    La Confirmación es un Sacramento que forma parte del grupo de los Sacramentos de iniciación cristiana. Antiguamente un Obispo llegaba a una comunidad cristiana y hacía confirmaciones desde niños hasta ancianos, de ahí el refrán: “viene cada venida de Obispo”, refiriéndose a su presencia necesaria que se veía razonable que fuera más frecuente. 

     Posterior al Concilio Vaticano II, la administración del Sacramento de la Confirmación varía muchísimo. Aunque no falta una administración a niños, la tendencia hacia la madurez en la fe se centra más en los jóvenes y hasta en los adultos, con una larga preparación ya que se trata de un Sacramento orientado a la defensa de la fe en la realidad del mundo, poco abierto a las prácticas cristianas, sobre todo en los ambientes de justicia social, donde es muy necesaria la presencia cristiana para la transformación del mundo, desde sus causas de indolencia y corrupción social. 

     Desde un punto de vista pastoral, el Sacramento de la Confirmación, es hoy el sacramento que más repercusiones comunitarias debería tener como puede apreciarse por el hecho de que es el Obispo quien confirma. El Ritual de la Confirmación dice: “Al Pueblo de Dios le corresponde principalmente preparar a los bautizados para recibir el sacramento de la Confirmación”. Esta anotación tan puntual, es contraria a las prácticas de la mayoría de los centros de catequesis, donde unos pocos catequistas preparan a los futuros confirmandos y en forma breve, con costos altos y en algunas ocasiones con hábitos de monjes, impuestos a niños, adolescentes, jóvenes que en la mayoría de los casos, ya saben que no van por el camino de ningún monasterio. 

     La falta de conocimiento del dinamismo cristiano nos ha llevado a culpar a la pandemia, al ateísmo, al comunismo que ya no existe, etc., de los templos vacíos y no se nos ha ocurrido plantearnos que los sacramentos tienen una dimensión comunitaria que por desgracia no nos interesa.