Evangelio según san Marcos
Por Mons. Luis Martín Barraza Beltrán
Entre los años 64 y 70, las cosas se pusieron difíciles para las comunidades cristianas en Roma. Las persecuciones se intensificaron, casi todos los apóstoles y testigos de la primera generación habían sido asesinados, circulaban opiniones extrañas y equivocadas sobre la persona de Jesús. Y sin embargo, el número de los que creían en Cristo iba en aumento. Además, ya circulaban muchas versiones escritas y orales sobre los dichos y hechos de Jesús. Por todo esto se sintió la necesidad de poner en orden los materiales existentes y, sobre todo, tener claro quién era Jesús y cómo seguirlo en la realidad que se vivía. Corresponde hoy hablar un poco sobre el perfil del discípulo:
1. Es hacer de Él el sentido de nuestra vida.
Seguir a Jesús no quiere decir abandonar todo y a todos para siempre y de una vez, pero sí reorientar toda nuestra vida, teniendo a Jesús como el eje, como referencia última y decisiva. Jesús es realmente el sentido de nuestra vida cuando buscamos tener sus mismos sentimientos, posturas y opciones.
2. Es ser misionero del Reino de Dios, curando enfermos y expulsando demonios.
Curar enfermos es practicar la misericordia con los más necesitados. Expulsar demonios es liberar a las personas de todo tipo de mal que aprisiona, domina y margina. Este fue el trabajo de Jesús (1,26.34.39; 3,11.12.22.30; 5,1-20; 7,25-29; 9,25-27.38), es esa nuestra misión.
3. Es romper con la mentalidad de los fariseos y de Herodes.
La mentalidad de los fariseos es la hipocresía, la falsedad; es colocar las leyes por encima de la dignidad de la vida. La mentalidad de Herodes era la ganancia, la ambición, la permanencia en el poder, a toda costa. No hacían nada sin buscar sus propios intereses.
4. Es ser capaz de opciones libres, conscientes y firmes.
Jesús fue firme y valiente en su toma de decisiones. Por ejemplo, desde el principio de su misión fue tentado por Satanás para que desistiera de su misión o se apartara de ella (1,13). Satanás no es cualquier animal, él tiene cara de gente. Se presenta en personas malvadas o en los sistemas injustos. Jesús lo enfrentó y venció; fue firme hasta el final.
5. Es vivir en comunidad.
Jesús realizó su misión haciendo comunidad con sus discípulos y los invitó a vivir en fraternidad. Frente a todas las desigualdades que se vivían en su tiempo, donde unos eran descartados, Él les inculcó que todos eran hermanos y que tenían la misma dignidad por ser hijos de Dios. Por ello, los discípulos de Jesús siempre se han reunido a escuchar la Palabra, celebrar la Eucaristía y compartir los bienes.
6. Es desenmascarar todo tipo de mentira y corrupción.
Jesús recordó que la ley más importante es la ley del amor (12,28-31). En el propio templo denunció la ganancia y la robadera de los doctores de la ley (12,38-40) y al mismo elogió y valoró la ofrenda de una viuda pobre (12,41-44).
7. Es orar.
Los discípulos saben que la clave de la compasión y fortaleza de Jesús estaba en la oración, ellos le piden que los enseñe a orar. Son conscientes de que la misión que Jesús les ha encomendado sólo será posible desde la oración.
8. Es vigilar siempre (13,23.33.35.37; 14,38).