I Domingo de Cuaresma (Mc 1,12-15).
“Convertíos y creed en la Buena Nueva”
Iniciamos con esperanza el camino de la cuaresma, esperando ser lanzados por el Espíritu al desierto, para vivir con Jesús la experiencia de morir a nosotros mismos, y así resucitar con Él, siendo recreados como hombres nuevos y mujeres nuevas.
La cuaresma es uno de los tiempos más fecundos en la espiritualidad de la Iglesia, pues al prepararnos para celebrar la pascua de Cristo, se despierta en los creyentes, la necesidad de cultivar la vida interior y de buscar el sentido trascendente de nuestro caminar. La fecundidad de la cuaresma la encontramos en la riqueza de la Palabra a través de los textos bíblicos que la liturgia nos ofrece, en la oración que se intensifica contemplando la pasión y la muerte de Jesús, en las prácticas de caridad y penitenciales que la Iglesia recomienda, en los retiros y ejercicios espirituales que suelen promoverse, y sobre todo, en los auténticos deseos de conversión que se despiertan, muchas veces culminando en el sacramento de la reconciliación.
Después de haber vivido el gesto de la ceniza, en este primer domingo de cuaresma la Iglesia nos invita a contemplar a Cristo en uno de los hechos que más ha despertado interrogantes sobre el misterio de su humanidad: ¡Jesús tentado! La tentación es un fenómeno psicológico que se activa en el interior de la persona, como reacción ante una realidad que despierta especial atracción. El Evangelio de Marcos en forma muy austera, a diferencia de Mateo y Lucas que describen tres tentaciones, nos dice que Jesús en el misterio de la Encarnación, también vivió esa lucha interna que experimentamos los creyentes, ante el reto de tomar decisiones que conduzcan nuestra vida según el proyecto de Dios, sintiéndonos muchas veces atraídos y hasta seducidos por propuestas y caminos que no colaboran a la civilización del amor construyendo el Reino de la verdad, de la justicia y de la paz; sino que adulteran la dignidad de la persona, enferman las relaciones de unos con otros y son motivo de desorden social en las estructuras familiares, políticas, económicas y aún en las religiosas.
En este domingo Jesús se revela especialmente cercano a la humanidad al mostrarnos la intimidad de su corazón turbado por el mal como tantas veces nos sucede a nosotros; para así mostrarnos el camino de la fidelidad al Padre acogiendo la Buena Noticia del Reino, que según la predicación de Jesús, consiste en lo siguiente: vivir esta cuaresma como un tiempo especial de la gracia de Dios que llega a nuestra vida como fiel cumplimiento de sus promesas; tener la certeza de que la realización del proyecto de Dios es posible desde la acogida de cada uno de nosotros; abrirnos a la acción del Espíritu que tiene el poder para transformarnos por dentro y así vivir la auténtica conversión; y fortalecer la fe en Él y en su proyecto de salvación (Buena Nueva).
Jesús tentado, gracias por revelar ante nuestra mirada el misterio de tu humanidad desde la intimidad de tu corazón, concédenos el don del discernimiento en nuestras propias tentaciones, para que nuestras decisiones se inspiren en ti que eres camino, verdad y vida.