La gloriaLa gloria de Dios es que el hombre viva

Por: Pbro. Jesús De la Torre

BUENA NUEVA.- La teología católica recuerda como un tesoro  el pensamiento de san Ireneo, Padre de la Iglesia, gran polemista que en una aportación, en su lucha contra los herejes, afirmó: «La gloria de Dios es que el hombre viva». Su afirmación ha dado base para brillantes páginas de las distintas teologías que existen, y quizá donde ha lucido más es en la llamada teología de la liberación, que tanto se les atraviesa a algunos pensadores modernos que la ven como un engendro del demonio.

En estas largas y fastidiosas semanas de COVID-19, si algo está presente en la mente de los ciudadanos, es la vida. ¿Pero cómo defenderla dignamente? A muchos ciudadanos creyentes les viene bien que los encierren en sus casas, para no ir al trabajo, ni al templo, y magnífica ocasión para que los esposos mutuamente se revisen sus teléfonos celulares, y calcular que tipo de tranquiza se merece el esposo o la esposa que andan con quien no debe y el esposo que ha recibido la tranquiza, pueda decirle a los hijos que el otro es el méndigo, como si los hijos no supieran del largo ejercicio de solapamiento al que le ha sometido él o ella.

Las instituciones de la sociedad le han tomado la medida al CODVID-19, para que les dañe lo menos posible, entre otros las organizaciones empresariales, dándoles tareas profesionales para realizar en casa; la educación al señalar a todo tipo de alumnos, que no se les dan vacaciones porque tienen que cumplir tareas escolares en casa, mediante la computadora, la tablet o el celular; las Comunidades Eclesiales de Base, que pobrecitos, pobrecitos, pero tienen su celular para que sin salir de casa, hagan su reflexión evangélica semanal, bajo la coordinación normal que tienen en sus respectivos grupos. No dejan que el tiempo sea inútil, como creyentes, y no se ponen a rezar el rosario, que no es malo, sino a reflexionar desde la fe, porque lo que está pasando con estos trancazos al regalo de la vida, no es para menos. Hay muchas nuevas circunstancias que hay que pensar, porque después de esta catástrofe del CODVI-19, la vida no va a ser igual.

Cuando pasen estas semanas de asedio del coronavirus, vienen muchas lecciones que debimos reconocer en las semanas de encierro en la casas. Pero la economía va a cambiar, la política va a cambiar, la vivencia de la fe se va replantear muchos cambios. ¿Sería lo mejor encerrar a los clérigos en los templos para que no se contagiaran? ¿Otras maneras cuidadosas y valientes?