La oración es vital para no desfallecer: Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy contemplamos a Jesús, quien con su palabra y su ejemplo nos invita a la oración perseverante. El continuo diálogo de Jesús con el Padre, en el silencio y el recogimiento, fue el fundamento de toda su misión. Para exhortarnos a tal perseverancia, el Señor nos propone tres parábolas: la del amigo inoportuno, la de la anciana y el juez inicuo, y la del fariseo y el publicano.
De estas parábolas podemos aprender algunas lecciones sobre la oración. Nos muestran con qué paciencia Dios escucha nuestra súplica, aún cuando conoce nuestra miseria mejor que nosotros mismos. Con su silencio, el Señor busca incitar en nosotros el deseo y la esperanza filial, y nos pide también la perseverancia fundada en la firmeza de la fe. La oración necesita ser valiente incluso hasta «retar» a Dios entre lágrimas, sin rendirnos nunca ante el mal y la injusticia. Finalmente, nos revela que la humildad y la verdadera contrición son el modo para acceder al corazón de Dios.
El Evangelio es claro: la oración es vital para no desfallecer, es una cuestión de fe. Aunque nos parezca a veces una fatiga inútil y que Dios enmudece ante nuestros ruegos, hemos de perseverar en la oración. Jesús en esto no es solo un maestro y un ejemplo, sino que nos acoge en su oración. Él toma sobre sí cada grito, cada canto de júbilo, cada súplica; en definitiva, cada oración humana. A la vez, cuando rezamos, su voz está en nosotros, de modo que todo lo que pidamos en su nombre sea para gloria de Dios Padre.
Fuente: vatican.va