La paz debe ser prioridad ante cualquier política
BUENA NUEVA.- En un mundo que corre el riesgo de «acostumbrarse» al mal de la guerra, la paz es la prioridad de cualquier política, así lo subrayó el Papa Francisco el 20 de octubre, a los participantes del 34° Encuentro de Oración por la Paz en el espíritu de Asís, promovido por la Comunidad de San Egidio e inspirado en el histórico encuentro interreligioso querido por san Juan Pablo II en 1986.
«El mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas» afirmó el Pontífice retomando una cita de su última encíclica Fratelli tutti y precisó:
«Los creyentes han entendido que la diversidad de religiones no justifica la indiferencia o la enemistad. En efecto, partiendo de la fe religiosa, uno puede convertirse en artesano de la paz y no en espectador inerte del mal de la guerra y del odio. Las religiones están al servicio de la paz y la fraternidad. […] ¡Necesitamos la paz! ¡Más paz! No podemos permanecer indiferentes. Hoy el mundo tiene una ardiente sed de paz», alentó el Papa.
Paz y política
El Papa recordó que «en muchos países se sufre por las guerras, con frecuencia olvidadas, pero que son siempre causa de sufrimiento y de pobreza» y advirtió que «el mundo, la política, la opinión pública, corren el riesgo de “acostumbrarse al mal de la guerra”, como compañero natural en la historia de los pueblos». De aquí su exhortación:
«No nos quedemos en discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos la carne de los perjudicados. Prestemos atención a los prófugos, a los que sufrieron la radiación atómica o los ataques químicos, a las mujeres que perdieron a sus hijos, a los niños mutilados o privados de su infancia».
Y tras constatar que en la actualidad los dolores de la guerra también se ven agravados por la pandemia del coronavirus y la imposibilidad, en muchos países, de acceder a los tratamientos necesarios, subrayó que «los conflictos continúan, y con ellos el dolor y la muerte». Por ello, señaló:
«Poner fin a la guerra es el deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios. La paz es la prioridad de cualquier política. Dios le pedirá cuentas a quienes no han buscado la paz o han fomentado las tensiones y los conflictos durante tantos días, meses y años de guerra que han pasado y que han golpeado a los pueblos […] ¡Basta de espadas, de armas, de violencia, de guerra!», pidió el Obispo de Roma.
Ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz
¿Cómo salir de conflictos estancados y gangrenosos? ¿Cómo desatar los nudos enredados de tantas luchas armadas? ¿Cómo prevenir conflictos? ¿Cómo pacificar a los señores de la guerra o a los que confían en la fuerza de las armas? Ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno. La lección de la reciente pandemia, si deseamos ser honestos, es «la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos» (FT, 32).
La fraternidad, que nace de la conciencia de ser una sola humanidad, debe penetrar en la vida de los pueblos, en las comunidades, entre los gobernantes, en los foros internacionales. De esta manera, aumentará la conciencia de que solo podemos salvarnos juntos encontrándonos, tratándonos, evitando las peleas, reconciliándonos, moderando el lenguaje de la política y de la propaganda, desarrollando caminos concretos para la paz (cfr. FT, 231).
«A los responsables de los Estados les decimos: trabajemos juntos por una nueva arquitectura de la paz. Unamos las fuerzas por la vida, la salud, la educación y la paz. Ha llegado el momento de utilizar los recursos empleados en producir armas cada vez más destructivas, promotoras de muerte, para elegir la vida, curar la humanidad y nuestra Casa Común. ¡No perdamos el tiempo! Comencemos por objetivos alcanzables: unamos desde hoy los esfuerzos para contener la difusión del virus hasta que tengamos una vacuna que sea idónea y accesible a todos. Esta pandemia nos está recordando que somos hermanas y hermanos de sangre », señaló el Papa Francisco.
Fuente: Vaticano.