Laicos llevan el mensaje de amor de Dios a los hospitales

BUENA NUEVA.- Un grupo de servidores de la Capilla San Joaquín y Santa Ana, la cual forma parte del territorio parroquial de Todos los Santos, se reúne el último jueves de mes para llevar alimentos a los hospitales. El pasado fin de semana acudieron al Hospital General de Torreón, donde además de compartir la Palabra de Dios, repartieron burritos con café a quienes cuidan a sus enfermos.

Isela Paredes Rodríguez, servidora de la capilla antes señalada y ubicada en Rancho Ana, explicó que esta labor la realizan desde hace tres años con el apoyo del padre Antonio Mata Rendón, quien acompaña al grupo de Servidores Voluntarios, mismos que realizan este apostolado en los nosocomios de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo.

«Esta idea nació porque al acudir a los hospitales nos damos cuenta de que muchas personas vienen de otras ciudades y son de escasos recursos, la mayoría de las veces apenas y traen dinero para comprar los medicamentos de sus enfermos, por este motivo decidimos juntarnos un grupo de laicos, para llevarles algunos artículos de aseo personal y comida, para que sigan teniendo la fuerza de cuidar a sus enfermos».

La entrevistada comentó que la gente del Rancho Ana es solidaria, pues pese a que no son familias con una solvencia económica elevada, ofrecen según su posibilidad despensas que sostienen la elaboración de los alimentos, que reparten gratuitamente.

«Hemos llevado burritos, chilaquiles, frijolitos, tostadas, café, etc. Llegamos al hospital, limpiamos el lugar donde nos establecemos con una mesa y los alimentos y posteriormente pedimos permiso para ingresar. Pasamos cuarto por cuarto para invitar a las familias que cuidan a sus enfermos a que salgan a comer algo. Una vez que concluimos nuestro apostolado, limpiamos el lugar, recogemos la basura y le damos gracias a Dios», compartió. 

Pese a que son más de 20 personas las que están al frente de esta labor, no todas acuden a dejar los alimentos debido a que no tienen un transporte fijo, por lo que tienen que pagar taxi, el cual solo pueden abordar cinco pasajeros. «Cuando logramos conseguir camionetas, de gente que se ofrece a darnos un rait, vamos hasta 19 personas, entre ellos niños, a quienes les inculcamos el servicio y amor hacia el prójimo», comparte. 

La señora Isela Paredes dijo que después de acudir al hospital, ella y sus compañeros se sienten satisfechos y agradecidos con Dios por tan noble labor que realizan, pues gracias a estas acciones comparten la misericordia y amor de nuestro Señor Jesucristo.