Médicos, enfermeros, salud y COVID-19
Por: Pbro. Francisco Javier Gómez Orozco
BUENA NUEVA.- Recientemente se celebró el Día Internacional de la Enfermería (12 de mayo) y en el contexto de la pandemia de COVID-19, el Papa Francisco ha enviado un bonito mensaje lleno de bendición y de reconocimiento a la labor realizada por enfermeros y enfermeras, sin los cuales sería imposible el cuidado, tratamiento y recuperación de la salud, y los médicos tendrían que sufrir doblemente con el trabajo de los pacientes.
Deben las enfermeras y enfermeros realizar su tarea con dignidad, dice el Papa; más aún en las circunstancias que estamos viviendo por la pandemia, donde se ha visto el profesionalismo y sacrificio puesto en esta tarea. Arriesgan sus vidas para salvar a otros.
El Evangelio de Jesucristo nos enseña que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. (Jn 15,13). El amor vivido en la persona del prójimo y del necesitado es el mandamiento nuevo de Jesús que invita a todos los cristianos a imitar estas acciones. Los enfermeros realizan esta vocación con esfuerzo y responsabilidad, sin faltarles el recurso del amor, la paciencia, solicitud, cuidado y atención por sus hermanos enfermos.
El Papa nos invita a reconocer esta labor y a orar junto con él por ellos y por sus familias que muchas veces se privan de su presencia mientras realizan su vocación. Ellos experimentan de cerca el dolor físico, emocional, espiritual y psicológico de los enfermos con una constante presencia y atención de sus necesidades.
No en vano el Papa les ha llamado «santos de la puerta de al lado», que en silencio y solidaridad atienden a los pacientes y a sus familiares, generalmente presentes en los hospitales para cuidar de sus enfermos.
La salud es un don de Dios y una responsabilidad de la persona el cuidarla; sin embargo cuando por alguna razón la perdemos, viene una etapa de sufrimiento y deseo de recuperación.
La necesidad de salud adquiere por lo mismo una connotación de salud física y espiritual; en el Evangelio la curación de los enfermos tiene la misma importancia que el anuncio del Reino de Dios. En sentido físico, la salud se identifica con el bienestar corporal y la prosperidad material, lo que incluye una vida moral íntegra. Para los hebreos la salud entendida globalmente, representa una muestra de la bendición de Dios. Así lo expresa la Tercera Carta del Apóstol Juan (3,2): «Querido amigo, sabiendo que tu alma va por buen camino, te deseo que goces de buena salud y que todos tus caminos te den satisfacción».
En el libro del Eclesiástico de Ben Sirá, cuando habla de los consejos sobre la salud, dice que hay que honrar al médico, debido a sus servicios, porque así lo quiso el Señor; la mejoría viene del Altísimo, y es el Rey quien concede el don de sanar (cfr. Eclo 38,1-2). No en pocas ocasiones los enfermeros han sido medicina, no de patente o laboratorio, sino medicina de Dios para llegar al corazón, al alma de sus pacientes, son como un «cardiotónico» que estimula las fibras íntimas de los enfermos.
El humorista Ramón Gómez De la Serna en sus caricaturas sobre la salud invita a darle importancia a la salud espiritual que de pronto influye en la salud física; en uno de sus cuadros presenta al médico en auscultación y recomendando al enfermo lo siguiente: «Para tener un corazón sano, haga ejercicio, y para tener un buen corazón, ame a su prójimo». Hay una sentencia latina que dice: «Honora medicum», que quiere decir: «Da al médico el honor», porque se lo merece, además de sus «honorarios», que también los merece, siempre que sean justos y bien ganados.
En los hospitales siempre vamos a encontrar enfermeros, médicos, especialistas, personal administrativo y de servicios y los infaltables enfermos, pacientes o impacientes por recuperar la salud. Todos ejercen un papel importante en este objetivo. De manera particular los enfermeros reciban nuestro reconocimiento, agradecimiento y oraciones por ustedes y por sus familias. Cabe la extensión y los mismos deseos por los médicos, especialistas, personal administrativo y trabajadores. Felicidades y gracias. Vamos a salir adelante y vamos a seguir necesitándolos hoy, mañana y siempre; seguirán siendo héroes muchas veces desconocidos, otras muchas veces atacados y no pocas veces criticados, menospreciados y olvidados; pero recuerden, decidieron ofrecer su vida como vocación por esa manera de vida y seguramente Dios les concederá participar con alegría en su Reino por todos aquellos a los que ayudaron en su camino a la Casa del Padre y a los que lograron incorporarse de nuevo a la vida comunitaria y a sus familias.
Los que sufren y han sido ayudados, nunca olvidarán el favor recibido. En el corazón y en la mente de muchos hombres y mujeres, está sin duda el recuerdo de muchos enfermeros y enfermeras que han marcado en su vida, diferencia de vivir de un modo u otro, las consecuencias de la salud o de la enfermedad y he ahí el recuerdo agradecido para ellos y ellas, para los médicos y especialistas y para las instituciones de salud y su personal que atienden cada día tan preciosos dones que son la salud y la vida.