Mensaje con motivo de las elecciones 2021

Mensaje para todos los fieles de la Diócesis de Torreón
Torreón, Coah., a 19 de mayo del 2021
A todo el pueblo de Dios y gente de buena voluntad, que desean construir una sociedad más fraterna y solidaria, les dirigimos este mensaje para invitarlos a participar en las próximas elecciones del 6 de junio, «en las que se votarán un número significativo de gubernaturas, diputaciones, ayuntamientos y alcaldías; es una de las más grandes que se han organizado en la historia de México» (CEM). Se trata de «un momento crucial para definir el presente y el futuro de nuestro país. Por ello, es preciso que todos ejerzamos nuestro derecho al voto de manera libre, secreta y en conciencia, porque cada voto cuenta» (CEM).
1. «Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
La medida de la política es la justicia, ésta es su origen y su meta. La política debe trabajar para que cada uno tenga lo que le corresponde, todas las condiciones materiales y espirituales para una vida plena. Establecer las verdaderas dimensiones de la justicia sobrepasa el corazón del humano, afectado siempre por intereses egoístas. «Solo Dios es bueno», decía Jesús (Lc 18,19). Por ello es necesario escuchar la voz de Dios para dar a la política su justo lugar. Para dar al César (la política) lo suyo, debemos dar su lugar a Dios. Estamos lejos de que todos los hermanos tengan condiciones de vida social dignas. La justicia humana no ha podido, hasta ahora, integrar en la fiesta de los derechos humanos a todas las personas. Necesitamos sanar la política desde el amor de Dios, para que pueda gestionar el bien común con equidad. La caridad según Dios es un amor preferencial por los últimos, descubiertos y valorados en su inmensa dignidad (FT,187). Parafraseando al profeta Isaías podríamos decir: «La política que yo quiero es esta: que rompas las cadenas injustas…» (Is 58,6).
Para iluminar las conciencias con la luz del Evangelio y para que crezca la percepción de las verdaderas exigencias del amor de Dios, es que nos dirigimos a ustedes con estas palabras salidas de nuestro corazón de pastores. Con ello queremos mostrarles el apremio del amor de Cristo (2 Cor 5,14), que nos invita a participar en la búsqueda del bien común. Encausemos, por ahora, todo nuestro anhelo de justicia y nuestra inconformidad con los abusos del poder emitiendo nuestro voto. Démosle «voz y voto» al sueño que todos tenemos,de una convivencia social pacífica y solidaria. Es una oportunidad privilegiada de impulsar juntos el país que queremos. Los lamentos por separado son poco eficaces. Cada uno gestiona con su voto el bien que desea para sí mismo y para sus hermanos.
2. «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
La justicia verdadera hunde sus raíces en el amor. La justicia es la primera vía de la caridad, su medida mínima. Es el amor puesto por obra y según la verdad (1 Jn 3,18), en el reconocimiento de los derechos de las personas y los pueblos. Por sí sola la justicia no basta, necesita de la caridad. Estamos en el corazón de nuestra fe: «Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado» (Jn 13,34). «En muchos aspectos, el prójimo que tenemos que amar se presenta “en sociedad”, de modo que amarlo realmente, socorrer su necesidad o su indigencia, puede significar algo distinto del bien que se le puede desear en el plano puramente individual: amarlo en el plano social significa, según las situaciones, servirse de las mediaciones sociales para mejorar su vida, o bien eliminar los factores sociales que causan su indigencia» (CDSI, 208).
El Papa Francisco nos explica la gran dignidad de la caridad que busca el bien común: «Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en el campo de la más amplia caridad, la caridad política» (FT, 180). Nos pueden animar a querer participar más en la política del bien común, también, sus palabras: «Es caridad acompañar a una persona que sufre, y también es caridad todo lo que se realiza, aun sin tener contacto directo con esa persona, para modificar las condiciones sociales que provocan su sufrimiento. Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de caridad que ennoblece su acción política» (FT,186).
Seamos «buenos samaritanos» compadeciéndonos de nuestros hermanos, especialmente de los más maltratados por la vida y la sociedad, procurándoles con nuestro voto la organización social que los pueda promover integralmente.
3. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10).
Los criterios para discernir el perfil de los candidatos por los que debemos votar, se pueden reducir a dos: defensa de la vida y la dignidad de las personas. Considerando que el problema fundamental de nuestra época es la «mutilación de la figura humana», «¡la negación de la primacía del ser humano!», que nos ha llevado a la «cultura del descarte» (PGP, 20), será necesario elegir liderazgos comprometidos con la reivindicación de la imagen de Dios en el humano.
El perfil general de todo servidor público deberá ser el de alguien comprometido con la vida y la integridad de las personas. «Los políticos están llamados a preocuparse de la fragilidad, de la fragilidad de los pueblos y las personas… Comprometidos con resolver efectivamente el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias…» (FT, 188).
El amor y el compromiso con la vida (todas las vidas) desde la concepción hasta su muerte, será fundamental. Los demás derechos dependen de este.
Promotores y defensores del matrimonio y la familia, núcleos fundamentales del bienestar social y santuarios de la vida.
Que no tenga una visión pragmática de la religión, utilizándola para acarrearse votos y reprimiéndola en sus convicciones profundas. Que respete plenamente el derecho a la libertad religiosa.
4. «No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal» (Jn 17,15).
Por último, los invitamos a orar personalmente, en familia, en pequeñas comunidades, en las asambleas litúrgicas, por el próximo proceso electoral. En sintonía con la oración de Jesús, pidámosle que nos ayude a asumir nuestras responsabilidades ciudadanas. El gozo y la esperanza, la tristeza y las angustias de los humanos de nuestro tiempo, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo (GS, 1).
Invitamos a los presbíteros a elevar una súplica confiada por las elecciones, en cada Eucaristía, para que se den en un clima de paz, que haya participación, conciencia cívica y libertad. Se puede, también, celebrar alguna hora santa con esta intención.
A través de los medios posibles, hacer llegar este mensaje o compartir una reflexión propia encaminada a promover la coherencia cristiana en la política.
Oremos unos por otros, para que los creyentes seamos ejemplo de participación ciudadana en los próximos comicios.
Que María de Guadalupe, «que no ha hecho cosa igual con ningún otro pueblo», interceda por nosotros.
+Luis Martín Barraza Beltrán
Obispo de Torreón