Nuestro obispo
Biografía de Mons. Luis Martín Barraza Beltrán
*Nació en Camargo, Chihuahua, el 22 de noviembre de 1963.
*Ingresó al Seminario Menor de Chihuahua en 1978, donde cursó el bachillerato, en el Colegio de Bachilleres, concluyéndolo en 1981.
*Entre los años 1981-1984, cursó Filosofía en el Seminario Regional del Norte, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
*Realizó la etapa teológica en el Seminario Regional del Norte, en Chihuahua, Chihuahua, de 1984 a 1988.
*Fue ordenado diácono el 21 de abril de 1988, en Chihuahua, Chihuahua, por el obispo S.E. Mons. Adalberto Almeida y Merino.
*Recibió la ordenación sacerdotal de manos de S.E. Mons. Adalberto Almeida y Merino, el 17 de junio de 1988 en Chihuahua.
*Estudió la licenciatura en Filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma, entre los años 1993-1995.
*Desde 1995 pertenece a la Asociación de Sacerdotes del Prado.
*En 2010 fue enviado al Seminario Arquidiocesano de Chihuahua, con el nombramiento de encargado de la dimensión espiritual.
*En el año 2013 fue nombrado rector del Seminario Arquidiocesano de Chihuahua.
*Fue nombrado por el Papa Francisco obispo de la Diócesis de Torreón, el 9 de septiembre de 2017.
*Ordenado obispo el día 29 de noviembre del año 2017
Escudo episcopal
Lema: «Todo lo mío es tuyo» (Jn 17,10). Estas palabras son el signo de la pobreza radical de Jesucristo y de todo discípulo suyo. Es la pobreza del que realiza su misión en nombre de Otro y nada hace por cuenta propia. Por eso se deja conducir por el Espíritu a la evangelización de los pobres, a las periferias existenciales.
Los símbolos del escudo son distintos momentos de la realización de esta pobreza misionera de Jesús.
El pesebre: Pobreza. Es el signo de la solicitud de Dios por el mundo. Representa el despojo necesario de sí, para entregar el amor de Dios a la humanidad. El pesebre es el icono de la pobreza apostólica de Jesucristo. «Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico se hizo pobre, a fin de enriquecernos con su pobreza» (2 Cor 8,9). «¡Oh inefable misterio! Dios está con nosotros, Dios ha venido a hablarnos, ha venido a vivir con nosotros para hablarnos» (P. Antonio Chevrier).
La cruz: Obediencia. Simboliza la primacía del Reino de Dios. La cruz nos recuerda la realeza de Cristo, que consiste en el servicio humilde de «lavar los pies» a sus hermanos. «Cristo, a pesar de ser el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo» (Heb 5,8). Construir el Reino de Dios en la sociedad, por medio de la obediencia de Cristo al Padre, sirviendo la fraternidad, es el camino de la Iglesia.
Sagrario: Caridad. Significa que Dios se sigue encarnando e inmolando en la obediencia de Jesucristo, para hacer de la humanidad una gran familia. Jesucristo es el Pan de Vida para el mundo: «Yo soy el pan que da vida» (Jn 6,35). La Eucaristía hace presente el pan del amor verdadero. La Iglesia debe ser «buen pan» para aquellos que tienen hambre de pan, de dignidad y de Dios.
María: La imagen de María con la corona y las estrellas sobre su cabeza, nos evoca a Nuestra Señora del Carmen, patrona de la Catedral de la Diócesis de Torreón. En Ella se cumple también la pobreza misionera de Cristo, cuando dice: «Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38), para ofrecer al Hijo de Dios al mundo. Frente al misterio del pesebre y de la cruz, ella «meditaba todo esto en su corazón» (Lc 2,51).