Papa, orador que tiene el gran don de la palabra: Pbro. Ramón Sevilla
BUENA NUEVA.- Luego de visitar la capital, y los estados de México, Chiapas, Morelia y Chihuahua, el Papa Francisco concluyó con éxito su estancia en territorio mexicano. En entrevista para el Periódico Diocesano BUENA NUEVA, el R.P. Ramón Sevilla Flores, SJ, habló sobre la jornada evangélica que el jerarca católico realizó en nuestro país.
BUENA NUEVA: ¿Qué representó la visita del Papa Francisco para México?
RAMÓN SEVILLA: Es una luz que brilla en las tinieblas. El Papa dijo que no venía a tapar nuestra problemática tan oscura. Ha hablado claro. Los que quieran ver la luz, la verán, los que no, seguirán en la oscuridad. Eso pasa siempre, porque somos libres; podemos seguir a oscuras o ser también luz.
BN: ¿Qué le parecieron las homilías del Papa?
RS: Es un orador que tiene el gran don de la palabra. Es muy elocuente y llega al fondo del corazón. El Papa habla con sencillez y con claridad. No he oído o leído todas sus homilías, pero cuando habló en el Palacio Nacional dijo algo que me impresionó mucho, que es un crimen que solo unos pocos privilegiados acumulen y empobrezcan a muchos y provoquen corrupción y violencia. A los obispos les dijo que no son príncipes, que no ambicionen privilegios, sino que sean verdaderos servidores de todos. Que los que gobiernan estén al servicio del bien de todos y que los obispos cuiden con amor de sus ovejas, en especial de sus sacerdotes. Les dijo: «No se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los “carros y caballos” de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la “columna de fuego” que rompe dividiendo en dos las marejadas del mar, sin hacer grande rumor». Esto es bello y poético, es incisivo.
BN: ¿En su opinión, el pontífice abordó temas de relevancia para el país (pobreza, economía, violencia, etcétera)?
RS: En todo lo que he podido escuchar o leer del Papa, toca temas muy importantes. Al presidente, el Papa, bromista y sonriente, le preguntó que quién había copiado a quién, porque él traía el mismo mensaje que nuestro jefe de estado. El Papa trae paz a México, por su juventud es un país joven y nos quiere acercar a la misericordia de Dios. Papa y presidente tocaron temas coincidentes.
BN: En un sondeo realizado por el Periódico Diocesano BUENA NUEVA, diversos laguneros expusieron que la visita del Papa ayudará a que las problemáticas sociales del país, especialmente la violencia, mejoren. ¿Usted coincide con esto?
RS: Así lo espero, es mi gran aspiración y sin duda la de todos. Tengamos presente al Señor Jesús. Él traía el Reino de Dios, un reino de fe y de amor verdadero, auténtico, de entrega, de servicio, y nadie se lo pudo impedir. Lo trajo a sus discípulos; a las familias que lo recibieron como Rey de su hogar les dio la alegría y la paz que nada les podía quitar. Pero a Israel, que no lo recibió, cuyos jefes lo mandaron a la cruz, les anunció conflictos y violencia, la ruina de Jerusalén y la destrucción del templo. Me asombra, por otra parte, que en Sicar de Samaria autoridades y la gente de esa ciudad hicieron una solemne profesión de fe: «¡Creemos y sabemos que Él es el Salvador del mundo!» Está esto en Juan capítulo 4. Jesús dijo entonces: «Ahora llevo a término la obra del que me envió», y anunció la cosecha completa: «Samaria recibió la palabra de Dios» (Hch 8,14). El Papa Francisco también nos trae el Reino de Dios. Recibámoslo, personalmente cada uno, los padres con su cónyuge e hijos, los jefes con sus allegados, los que gobiernan con sus pueblos y ciudades y nuestro jefe de estado con todo México; respetando, desde luego, a los que no piensan como nosotros. La fe no se impone, se acepta libremente y Dios, que está en todo corazón, tiene derecho a ser obedecido cuando revela la fe que la Iglesia enseña.
BN: Pregunta personal: como sacerdote, ¿qué experiencia le dejó la visita del Papa en nuestro país?
RS: Muy buena pregunta. Gracias. El Papa dijo: «Obispos, cuiden a sus sacerdotes». Y yo digo: «Sacerdotes, dejémonos cuidar por nuestros Pastores: el Papa y los obispos», que son nuestra santa Madre la Iglesia Jerárquica (Ignacio de Loyola). Dejarnos cuidar como niños, pues Cristo nos manda hacernos como niños; y también como adultos, con libertad. Si libremente no nos dejamos cuidar, ni Dios ni la Iglesia pueden hacerlo, porque Dios nos dio el gran don de la libertad. Pero, como dice san Ignacio, una libertad obligada y obediente, porque obedecer con libertad es un deber (una obligación, no forzados). Obedecer en la profesión y celebración de la fe, en nuestra pastoral y en toda nuestra vida. Muchos solo se concentran en lo que los católicos no hacemos o hacemos mal, y no en nuestra inmensa riqueza: Jesús, su palabra, sus misterios, los sacramentos y tantos santos que Dios nos ha dado. ¡Santa Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Infancia Evangélica, ruega por nosotros!