Reflexión para el tiempo de cuaresma sobre el diezmo (2023)
Fco. Javier Gómez O. Pbro.
EL DIEZMO.
Al inicio del tiempo de cuaresma hemos reflexionado sobre las diferentes formas de ejercitarnos en el cumplimiento de la voluntad de Dios; la conversión y la transformación de conductas o actitudes que no van de acuerdo con la profesión de la fe.
Dichas formas nos recuerdan las exigencias evangélicas; el ayuno, la oración y la limosna. (Mt.6, 3-4.5.16-17)
En la sagrada escritura, una de las formas de agradecimiento a Dios es la ofrenda, de la que el diezmo es una parte importante. El diezmo era la obligación, fundamentada, sobre todo religiosamente, de pagar una tasa, que en la mayoría de los casos se entregaba a personas vinculadas al culto. La biblia no especifica el monto del diezmo, pero el término en sí, denota que significaba la decima parte. Originalmente se aplicaba solo en ocasiones especiales (Gen. 14,20; 28, 22).
La mayoría de las culturas sedentarizadas en oriente pagaban un tributo o impuesto al rey, que consistía en la décima parte de la cosecha anual de los frutos del campo o de sus ganados. Esto mismo aplicaba en materia religiosa entregando este recurso a los sacerdotes y levitas (Num.18, 21) y la justificación religiosa se remonta a la conciencia de que Yahave es el único dueño de la tierra prometida (Lev. 25,23) y se le reconoce como Señor al ofrecerle el diezmo como reconocimiento.
Como contribución al sostenimiento de levitas y sacerdotes, tenía también relevancia social, especialmente cuando se repartía a los más pobres de la comunidad. (Dt. 14,28; 26,12-15)
La costumbre de pagar voluntaria u obligatoriamente un tributo o un diezmo a las autoridades civiles o religiosas, se encuentra en muchos pueblos de la antigüedad; Mesopotamia, Arabia, Grecia, Roma, Egipto, Persia etc. La noción del diezmo está en la base religiosa del reconocimiento de que Dios es el Señor y dador de los bienes terrenos, por lo que hay que entregarle las primicias y lo más selecto de los frutos de la tierra. Dios les entregó una tierra que mana leche y miel (Dt. 26, 8-10).
La práctica del diezmo fue incorporada a la legislación mosaica (Lv.27, 30) con el propósito de mantener a quienes no producían riqueza como la tribu de Leví que era la tribu sacerdotal y la parte de su tierra, la trabajaba el resto de las tribus por lo que era “de justicia” pagar el diezmo del uso de la tierra de esta tribu.
La primera orden del pago del diezmo se refiere a los productos de la tierra y de las crías de ganado que debían dedicarse al Señor. Si alguien quería rescatar algo del diezmo por una razón especial, debía agregar la quinta parte del precio (Lev. 27,30-33).
La segunda orden se refiere al diezmo que sebe entregarse a los levitas como remuneración por su trabajo en el templo, ya que fueron excluidos de la heredad de la tierra para el servicio del templo.
Los levitas a su vez debían dedicar en ofrenda a Dios, el diezmo del diezmo para el uso de los sumos sacerdotes. (Num.18, 26-28)
La tercera orden del diezmo es lo relacionado con la décima parte de todo lo que produce la tierra cada año, de frutos y ganados con especial atención a los levitas como banquete festivo que también incluía a los desheredados de la comunidad.
El diezmo en el antiguo Israel era practicado por aquellos que poseían los medios de producción de aquella sociedad agrícola y pastoral. Las ofrendas del templo a su vez servían para el cuidado y mantenimiento del mismo, de sus ministros y de los pobres con quienes se compartía dichas ofrendas y diezmos.
En el N. T. empieza a tomar forma con la destrucción del templo construido por Herodes. El templo era el centro de la vida social, cultual, religiosa y económica de Israel, su destrucción fue un duro golpe para el pueblo judío. Cristo vino a sustituir al templo antiguo, con su propio cuerpo como templo de salvación para los que creen en Él.
Los primeros cristianos entonces, se reúnen en torno a Jesús y a la escucha de su palabra. Sin embargo aún estaban vigentes las prácticas regulatorias sobre el diezmo de la legislación mosaica.
Los evangelios mencionan el diezmo en tres ocasiones; Referido a los fariseos que lo daban (Mt.23, 23; Lc. 11,42) Citando el pasaje de Abraham y Melquisedec, con el botín de guerra (Heb.7, 5-6) En el N. T. no se menciona el diezmo como práctica cristiana. En tercer lugar se habla de ayuda, colecta, apoyo, ofrendas y legados voluntarios (Hech. 4, 32; 5,1-2)
Las comunidades cristianas se ayudaban mutuamente en tiempos de necesidad, no en base a una ley, sino al mismo sentimiento y espíritu cristiano que les llevaba a socorrer a los hermanos en situaciones difíciles. “nadie está obligado a dar por ley, sino por voluntad de ayuda, siguiendo el ejemplo de gracia del mismo Señor Jesucristo, que por amor a ustedes se hizo pobre, siendo rico” (2 Cor. 9, 10).
Una vez establecidas las comunidades y presididas por ancianos (presbíteros) u obispos, se estableció la norma de recompensarles por su trabajo en la palabra y en la enseñanza, pues el obrero es digno de su salario (1 Ti. 5, 18). Durante los primeros siglos de la Iglesia no se practicó el diezmo, las comunidades se sostenían por medio de limosnas y ofrendas voluntarias.
La generosidad con Dios, por la vida, la salud, el trabajo y todos los demás dones, se expresa a través de la ofrenda, puesta no sin sacrificio, sobre el altar del Señor. La cuaresma es un tiempo oportuno para mostrar este gesto sincero a Dios y al prójimo.
Al compartir nuestros bienes con los necesitados nos hace imitadores de la generosidad de Dios.
Nuestra diócesis de Torreón, ve la oportunidad de practicar la ofrenda en este tiempo cuaresmal, como medida de purificación y de generosa entrega a Dios por los bienes recibidos de su providencia.
Se nos invita a todos los fieles cristianos a hacerlo mediante el recurso llamado “Cuota diocesana”; que no representa una tasa específica como el 10% sino el esfuerzo generoso de dar lo que el corazón nos dicte según el espíritu cristiano.
Es bueno purificar el sentido de la cuota diocesana y no mirarla como un recurso recaudatoria sin objetivo específico ya que lo tiene y claro: Se necesitan los recursos materiales para poder servir mejor a los files en todas sus necesidades; tanto materiales como espirituales.
Es de justicia velar por aquellos que se han dedicado en cuerpo y alma al evangelio y al servicio de sus hermanos; de tal manera que puedan desempeñar su misión evangelizadora con tranquilidad y alegría y convertirse a su vez en administradores y dispensadores de los bienes materiales que Dios providente pone en sus manos, por parte del pueblo generoso y agradecido.
Aprovechemos, pues, este tiempo oportuno de cuaresma para solidarizarnos con nuestra iglesia diocesana, cumpliendo con este precepto material, unido con la oración y al sacrificio, como medida de purificación y penitencia.