Santo con estos vecinos molestos
AREÓPAGO
Por Jesús De la Torre T., Pbro.
En una parroquia periférica de la ciudad de Torreón, se propuso para los ejercicios espirituales un documento olvidado del Papa Francisco: Gaudete et exsultate: Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, firmado el 19 de marzo de 2018. Se trata de un tema que a demasiados pocos creyentes tiene con preocupación, y a cuando alguna minoría le preocupa lo hace con equivocación, como lo hacen los ciudadanos que cuando se trata de un partido político, preguntan qué da ese partido, aunque sea un delito afanarse en ganar votos regalando despensas. También traemos nuestras equivocaciones cuando pensamos en los santos solamente por sus milagros para que le toque algún favor a un vecino de conducta desviada pero muy amable.
En el asunto de los santos, no deja de haber cierta responsabilidad en la Iglesia; exceptuando los seis primeros siglos, se pasó a considerar que los santos eran grupos selectos, sobre todo Papas, obispos, religiosos y religiosas, sin dejar de ver en los altares a santos laicos como viudas, campesinos, reyes y reinas. Pero a la mitad del siglo XX, se escribió en Francia un libro que ocasionó demencial revuelo, titulado, Los santos también van al infierno, en tiempos en los que se daba la experiencia de los sacerdotes obreros, que nada le agradó al Santo Oficio y el año 1954 ordenó la supresión, hecho que enfureció a varios cardenales franceses que luego dijeron que se cobraron la factura en la orientación del Concilio Vaticano II. Pero queda en «dijeron».
De 1962 a 1965, se celebró en Roma el Concilio Vaticano II, en el que se elaboraron dos documentos claves sobre Iglesia. Luz de los pueblos, para tratar enseñanzas de la Iglesia a su interior. El otro, Gozo y esperanza, para asuntos de la Iglesia al exterior. En el primero, en el capítulo V, «Universal vocación a la santidad en la Iglesia», se clarificó la enseñanza de que todos estamos llamados a la santidad, aun a despecho de que para algunos esto les valga un gorro y para otros, esto sea vital tomando en cuenta que hay muchos vecinos que no se aguantan ni ellos solos y uno no están tan dispuesto a tratarlos bien, ya que están en la categoría de locos, hasta que aparece la luz evangélica de que con estos molestos vecinos de al lado, son los prójimos más inmediatos para vivir una entrega hasta heroica para bien de ellos y nuestro, sin olvidar que es el mimo Concilio el que nos sugiere que seamos atentos a «nuestro propio camino», y no tratemos de imitar a los santos que son inalcanzables y que no son nuestros compañeros de camino por donde nosotros a diario caminamos.