Seminaristas, fermento de esperanza desde sus hogares

BUENA NUEVA.- La crisis sanitaria, originada por la pandemia de COVID-19, que en estos últimos meses ha sacudido a todo el mundo, causando cientos de contagios y miles de muertos en los diferentes países afectados, se presenta para toda la comunidad humana como una oportunidad de solidaridad, unión y cooperación. 

Al mismo tiempo, ha colocado en el centro de la visión del hombre contemporáneo valores personales muchas veces supuestos: la familia, la vida interior y la reflexión sobre el sentido de la propia existencia.

Ante una realidad tan compleja como la que atraviesa la humanidad actualmente, el seminarista no puede ser indiferente, no debe renunciar a ser testigo del Señor desde su condición y su contexto.

Al igual que para el resto de la sociedad, la cuarentena y las restricciones sanitarias han afectado la vida y dinámica ordinaria de la formación sacerdotal, por ejemplo, las misiones de Semana Santa han sido canceladas, lo mismo que cualquier reunión de índole pastoral o comunitaria. 

Sin embargo, han sido días de intensa oración, reflexión y diálogo fraterno, acompañado por la guía de los sacerdotes del equipo formador, en el sentir y la angustia de la comunidad ante tan dramática situación.

Cabe la pregunta de cómo evangelizar si los medios pastorales comunes han sido suspendidos temporalmente. La respuesta es sencilla: como seminarista, al igual que para toda la comunidad cristiana, se ha de dar testimonio y ser evangelizador desde la propia situación, concretamente la cuarentena en nuestros hogares se convierte en un momento de gracia para fortalecer los vínculos familiares y nuestra vida de oración, viviendo los días santos con piedad y devoción. 

Así mismo, respetando los protocolos de sanidad establecidos, será una oportunidad para evangelizar en el valor de la vida.

Por último, los sacerdotes del equipo formador han invitado a toda la comunidad de seminaristas a continuar nuestro proceso de formación al sacerdocio desde la disposición interior en nuestros hogares, mediante oración, solidaridad, estudio y el servicio desinteresado a los que lo necesiten. Han hecho énfasis en que no importa la grandeza o pequeñez de la acción realizada, sino ser conscientes de que nuestra tarea fundamental es ser fermento de esperanza, palabra de aliento, consuelo y fortaleza para la comunidad y para nuestras propias familias.

Dato: Los seminaristas de Torreón dejaron de ir al Seminario el domingo 22 de marzo. La reanudación de clases se dará a conocer en cuanto sea posible. 

Por: Marco Antonio Quibrera, seminarista.