Un coronavirus que nos pide quedarnos en casa
Por: Pbro. Jesús De la Torre.
BUENA NUEVA.- Mientras en algunos noticiarios de televisión promueven aplausos para médicos, enfermeros, acá en el piso, la Conapred reporta agresiones contra ese noble personal que cuida la salud de tantos enfermos; y también la Secretaría de Gobernación se queja de las tranquizas que se están dando en los hogares, en las que actúan no solo los hombres, porque también hay mujeres bravas. Ente este ataque de la pandemia, a los mexicanos nos quedaba el hogar como refugio seguro. Pero no cabe duda de que el Adán del hogar no tiene costumbre de vivir en la intimidad familiar, y la Eva del hogar cuenta los días para que el fastidioso varón se vaya al trabajo, para que haya paz entre las cuatro paredes de los legendarios Adán y Eva. Estos datos que se publican en prensa no le quitan mérito a hogares bien armonizados. Pero cuéntelos para que no salga este comentario amargo.
Aunque el que esta endemoniada COVID-19 nos haya hecho el favor de enviarnos como refugio a nuestros hogares, podrá motivar a muchos diálogos retrasados entre cónyuges, entre padres e hijos; podrá motivarnos para ver con buenos ojos al vecino, podrá proporcionar espacios múltiples de reconciliación. Las Cartas de San Pablo Apóstol y el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos relatan que la Iglesia nació en las casas. La tradición jurídica del Derecho Romano nos afirma la necesidad de la familia. Ahora que nos ha llegado el coronavirus pareciera que nos metió en donde no queríamos, porque para muchos del mundo del trabajo, el hogar es más bien un dormitorio nocturno.
Sería torpe desalentar el descuido ante el citado virus. Pero días vendrán en los que se emitirá un juicio sereno sobre esta queja mundial. Es necesario abordar el asunto en las distintas proporciones que tiene el caso. Por ejemplo, el actual titular de la Secretaría de Salud dice que el ser humano está expuesto a más de un billón de agentes extraños o «patógenos», los cuales combatimos por la generación de cien millones de anticuerpos a lo largo de nuestras vidas. Hay muchas otras proporciones que es conveniente observar para un juicio sereno sobre esta pandemia que nos tiene arrinconados, acobardados y, a veces, hasta mudos.
En el libro bíblico del Éxodo, Moisés le dice a Dios, en un diálogo amigable: «¿Dónde dormirán los pobres esta noche y con qué se cobijarán?» y aunque la tendencia gubernamental en el presente conflicto no pretende olvidarse de los pobres, la siguiente ocupación es la pobreza.