La justicia divina es un don para los perseverantes

Por: Fco. Javier Gómez Orozco

CODIPACS.- Contrario a la ciencia histórica y su objetividad exigida; la historia de Israel es una historia sagrada, donde cabe el mito, la fábula, la prosa, la leyenda y otros muchos géneros literarios que cumplen cabalmente con su objetivo de dar un mensaje salvífico por parte de Dios al pueblo elegido para tal efecto.

Tal es el caso del relato de lucha entre Israel y Amalec (israelitas y amalecitas) El texto no nos dice la razón del ataque de los amalecitas que eran un pueblo seminómada del sur de Israel en el desierto del Negueb, en la tierra de Edom, que controlaban las rutas de las caravanas entre Egipto y Arabia. Es un pueblo antiguo cuyo origen se encuentra en Gen. 36,12.16 donde ubica a Amalec como nieto de Esaú. Se dice que era un pueblo guerrero que en esta ocasión ataca a Israel.

Moisés recurre a Josué para que organice un grupo de hombres que hagan frente en la batalla contra los amalecitas, mientras Moisés irá a orar, con el bastón de los prodigios de Egipto, acompañado de Arón y Jur, sube a lo alto del monte y ahí realiza un gesto interesante; mientras moisés sostenía en alto el bastón Israel ganaba la batalla pero cuando lo bajaba Amalec vencía; el recurso para que este gesto hecho oración resultara en beneficio de Israel, fue que tanto Arón como Jur, ayudaron a que Moisés mantuviera en alto sus brazos con el bastón y así pudieron vencer a los amalecitas. Esta acción de Moisés muestra su confianza en Dios, hecha oración, con el gesto de levantar las manos para pedir la victoria.

 Luego Dios le ordena a Moisés escribirlo en un libro de memorias y leerlo a Josué para que no se olvide que el Dios de Israel borrará la memoria de Amalec para siempre.

Esto muestra el odio ancestral que existía entre ambos pueblos sin saber la razón de ello. Pero por otro lado el autor deja ver la predilección de Yahvé por Israel y en contra de Amalec a quien borrará de la historia.

Es claro, por otro lado, que hay que depurar el texto y entenderlo en su contexto original, que presenta un recurso literario para dirimir las diferencias de los pueblos por medio de la guerra, donde la religión tiene un papel determinante en esta acción. Dios escucha la voz de sus elegidos.

También resalta como parte de la tradición que si el pueblo no hubiese contado con Dios, en su paso por el desierto hacia la tierra prometida, nunca hubiese logrado conquistarla o tomar posesión de ella.

Nuevamente escuchamos un texto de la carta del Apóstol San Pablo a Timoteo, como en los domingos anteriores, donde el autor, comparte la idea de que la sagrada escritura es de “inspiración divina” tanto para los judíos como para los cristianos.

La Sagrada Escritura que desde niño conoces, le dice el Apóstol, y que inspirada por Dios, le dará la sabiduría para dirigir a la comunidad cristiana a él encomendada: “para dirigir, argumentar, encaminar e instruir en la justicia”.

Este aprendizaje que desde niño recibió, parece que se refiere a la enseñanza de sus ancestros, padre, madre abuelos etc. se refiere a la enseñanza de la escritura antigua, la tradición de los mayores, la cual debe releer desde el acontecimiento de la revelación cristiana. La sagrada escritura bien puede instruir para la salvación por medio de Jesucristo. La sagrada escritura es palabra de Dios que sirve para alimentar y fortalecer la fe del creyente.

Así Timoteo se convertirá en promotor de la palabra inspirada por Dios, por medio de su Hijo Jesucristo, para que pueda realizar toda clase de obras buenas.

Le encarga a Timoteo, de manera enfática, delante de Dios y de Cristo Jesús, el cual vendrá como rey a juzgar a vivos y muertos; proclamar la palabra de Dios a tiempo y destiempo, convence y reprocha, exhorta y enseña con paciencia. Estos imperativos de la palabra inspirada le darán la fortaleza y el liderazgo en la comunidad para ejercer su ministerio.

Es verdad que en nuestro tiempo, resulta imprescindible para los pastores de la Iglesia, las exhortaciones, enseñanzas, predicaciones, convencimientos e insistencias, desde la palabra inspirada, puesto que es palabra de Dios; pero a la par de ello es necesario el testimonio de vida y las buenas obras. Puesto que la palabra inspirada debe dar frutos en primer lugar en aquel que ha sido llamado a ejercer la misión de discípulo y maestro, como Timoteo.

Si los “profesionales” de la religión (pastores) no tienen fe, y si la hay, no la alimentan por medio de la oración, bien pronto se darán por vencidos y dejarán la tarea o la harán de manera rutinaria y hueca que acabará en el vacío.

San Lucas nos presenta nuevamente en labios de Jesús, una parábola para enseñar a los discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer.

En la parábola Jesús pone como primer protagonista a un juez insensible, preocupado solo de su status social , prestigio y recursos materiales; que no teme a Dios ni hace lo que Él manda y tampoco hace caso a su conciencia. Un descreído del que no se puede esperar nada, con una dureza extrema en su corazón. Un hombre de poder pero insensible a las necesidades de los demás.

En segundo lugar presenta a una viuda, símbolo, en la mentalidad judía, de la debilidad, de la exclusión y la marginación, dependiente de los hijos, si los hubiera, si no, condenadas a la mendicidad, prostitución o a enfermedades y muerte.

La viuda se acerca al juez para pedir justicia contra un adversario.

Como no tiene recursos para pagarse un abogado, lucha contra el contendiente por una parte y contra el magistrado por otra. Es víctima de dos atropellos; prepotencia de una parte y desidia por la otra.

De entrada parece una batalla perdida contra los atropellos que ha sufrido; pero no se rinde y acude al juez una y otra vez sin cansarse ante la indiferencia, hasta que cansa al juez que ya no aguanta sus quejas y decide poner fin al asunto, pero para quitársela de encima y por su molesta insistencia.

La viuda triunfó en su lucha contra el juez para recibir justicia y lo derrota, no en el terreno de la justicia, del derecho o de la compasión y piedad, sino en su propio terreno de insensibilidad egoísta que le harta de tanto importunio y queja.

Se hizo justicia no por la justicia en sí, sino por la insistente molestia de la viuda.

Las parábolas en los evangelios son un recurso literario que Jesús utiliza a la manera de las fábulas antiguas, para trasmitir una “moraleja”, una enseñanza o una lección.

La enseñanza de esta parábola puede ser múltiple.

La debilidad prevalece sobre la fuerza podría ser la primera lección. El texto dice que la intención de Jesús era enseñar a los discípulos la necesidad de orar sin desfallecer. No debemos desanimarnos por nuestra debilidad, indisciplina o impotencia; no debemos dejarnos impresionar por apariencias o figuras de poder o por las múltiples dificultades de la vida.

Aunque en la parábola se nos presenta en el juez insensible, una imagen negativa de Dios; debemos darnos cuenta de que Dios se muestra más que como juez, como un padre que escucha el grito o clamor de sus hijos. De esta manera es el triunfo de la debilidad de los hijos contra la debilidad de Dios, que se presenta vulnerable porque su debilidad es “amar”. A diferencia del juez, Dios está atento e impaciente por escucharnos desde la primera vez que pedimos su ayuda.

Otra lección de Jesús es de insistir sin desfallecer por medio de la oración. Está claro que hoy en día nos cuestiona el cómo rezar. Aunque la oración no es solo para pedir favores a Dios, tampoco es un recurso psicológico espiritual que ayude a crecer en sí mismo o aparecer ente los demás como una persona espiritual o especialista en rezos y oraciones o fórmulas prestablecidas para dicho fin.

La oración es una manera de entrar en comunicación con otro. ¿Quién es ese otro? Para el creyente es alguien con quien realizamos un encuentro profundo que nos deja la sensación de plenitud humana; es un encuentro amoroso, de amistad íntima con una persona a la que realmente se quiere: “DIOS”. La oración es nuestro encuentro pleno con Él, en diálogo confiado y cariñoso que nos lleva a sentirnos acompañados y escuchados, pero sobre todo bien queridos y amados por El.

Jesús dice al final de la parábola otra lección: Dios hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche y no les hará esperar. Pero remata con una expresión digna de tomarse en cuenta: Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?

Es una pregunta que hoy en día, como en aquel tiempo, se responde no con una expresión afirmativa o negativa, sino con la práctica de acciones y actitudes como las del mismo Jesús. El pasó por el mundo haciendo el bien; era parte de su misión salvífica.

Los cristianos hoy tenemos la tarea de construir una comunidad verdaderamente fraterna y solidaria; donde la justicia se mantenga con la fe y la oración.

Como en la semana pasada; una fe aunque sea del tamaño de un grano de mostaza, para realizar cosas extraordinarias, para hacer milagros o mover montañas, es decir para realizar obras buenas en favor de todos dejando en su lugar las montañas. O como dice una sentencia popular “Obras son amores y no buenas razones”.

La oración es el paradigma de la fe y viceversa la fe es el paradigma de la oración. Hasta ahí nuestra tarea. Orar sin desfallecer y confiar en el amor divino por medio de su palabra inspirada y por medio de la palabra viva: Jesucristo.

El padre Javier Gómez es párroco de la Parroquia San Juan de los Lagos, Torreón.

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