El apego a lo material, puede ser la perdición

Por: Francisco Javier Gómez

Am. 6, 4-7; Salmo 145; Tim. 6, 11-16; Lc. 16, 19-31

CODIPACS.-En continuación con el texto del domingo pasado; el profeta de la justicia, Amós, vuelve a la carga en su crítica y lamento por Israel y contra sus dirigentes que solo piensan en la riqueza y en el lujo. No olvidemos que en este momento Israel goza de cierta prosperidad económica y de seguridad política puesto que sus vecinos del Norte, Siria y su capital Damasco, que habían tenido serias pretensiones de invadir a Israel, recibieron un fuerte golpe de Asiria que los mantuvo alejados de dicha pretensión.

El profeta Amós arremete contra Israel, hasta con cierta ironía por su aparente tranquilidad, prosperidad y paz, porque detrás de ello está una cruda y difícil situación para el pueblo pobre como consecuencia de su avaricia, voracidad, falta de sensibilidad y solidaridad con las necesidades del pueblo empobrecido. La abundancia de pan, de vino, el derroche y despilfarro a expensas del pueblo que vive en la miseria. “No se apenan por la ruina de José” una forma de referirse a las tribus del reino del norte.

Por ello dice el profeta, irán a la cabeza de los deportados al destierro en Babilonia. La confianza que, aparentemente, gozan por la prosperidad económica y la paz social, acabará como sucede con las situaciones escandalosas de las sociedades de consumo que ponen la confianza precisamente en los bienes económicos y en las posiciones sociales; que lo único que saben hacer es crear injusticia y pobreza a su alrededor.
El profeta anuncia que pronto acabará “la orgía de los disolutos”. Les muestra que Dios no puede tolerar la irresponsabilidad humana; Dios desea que su pueblo viva en justicia e igualdad para todos. La injusticia al final de cuentas siempre trae destrucción.

El reino del Norte y su lujosa capital Samaria experimentó la debacle y el dolor del destierro y la esclavitud, precisamente por la injusticia cometida en contra el pueblo de Dios. La poderosa Asiria hizo sentir el poder de su brazo sobre ellos, porque no escucharon a tiempo la advertencia profética que Dios les envió.

Un segundo ejemplo de crítica y llamada de atención, lo encontramos en el texto de San Pablo a Timoteo. Anteriormente al texto de hoy hace una acusación a los falsos maestros de la fe, que en vez de proclamar la autenticidad del evangelio de Jesucristo se han esmerado en predicar y enseñar otros principios para sacar provecho económico de ello; utilizan la piedad para enriquecerse y dividir, mermando la autoridad de los dirigentes de las comunidades.

Tú en cambio, le dice a Timoteo, esfuérzate por vivir como hombre de Dios, buscando la justicia, la fe, el amor, la paciencia y la bondad: “Pelea en el noble combate de la fe”. Conserva integro el depósito que recibiste de la fe y consérvalo sin mancha ni tacha.

La acusación de avidez por el dinero, contra los falsos maestros, hace que el autor de la carta lleve a una reflexión sobre el uso de los bienes materiales, especialmente del dinero en la vida del ministerio cristiano.
Es legítima la ganancia del trabajo evangelizador; el trabajador tiene derecho a su salario; pero debe ser en función del trabajo y no de acumular y dividir. Que cada uno se contente con lo que tiene, dice el autor.
Esta es una virtud muy tomada en cuenta tanto por las corrientes de pensamiento filosófico de las escuelas griegas; estoica y cínica y por su puesto Pablo la ejerce gracias a la fuerza del Señor que lo sostiene.

Aunque el autor de la carta a Timoteo, pone la atención para que él no caiga en la conducta equivocada de los falsos maestros de la fe. Es claro que el menaje está destinado a todos los creyentes cristianos, a ser hombres y mujeres de Dios que se comprometieron con Él en el bautismo, de manera pública y comunitaria. Cada responsable de la comunidad lo debe hacer por doble razón: por ser cristiano y por haber aceptado públicamente servir a la comunidad como pastor o líder de la misma. Y una cualidad importante que debe observar por encima de intereses de carácter económico, social o político es la de mantener intacta la sana doctrina sin ofrecerla al mejor postor; que se conserve “sin mancha ni tacha”.
Y como remate; la cereza en el pastel” Lucas nos presenta una interesante parábola sobre el valor de los bienes en este mundo y el uso que debe hacerse de ellos mientras estamos de peregrinos por este mundo.

El contexto de esta parábola se ubica en la enseñanza de Jesús acerca de que no se puede servir a Dios y al dinero; Los fariseos que eran muy amigos del dinero escuchaban a Jesús y se burlaban de Él. Jesús que los conocía, desenmascara su doble discurso y moral; diciéndoles que ellos creen pasar por justos ante los hombres pero Dios los conoce por dentro y lo que tienen por grande Dios lo aborrece.
La parábola de Lázaro y el rico muestra la incompatibilidad entre el seguimiento de Cristo y el amor a la riqueza y al dinero.

Aunque en el texto bíblico, el rico no tiene nombre propio, la tradición cristiana ha dado en bautizarlo como “Epulón” que según el diccionario de la lengua española, procede del latín “epulo, epulonis” que significa el que banquetea o el que come mucho y se regala mucho; un comilón o tragón diríamos en nuestro lenguaje coloquial.

La mención de la vestimenta del rico que es de púrpura y lino, indica que vivía como un rey. En contraposición con el rico está la figura de “Lázaro” (Gr. Lázaros) forma abreviada del hebreo “Eliezer” Eliazar que significa “Dios ayuda”.
Es un pobre que yacía a la entrada de la casa del rico y con hambre que deseaba comer algunas migajas que caían de la mesa del rico y su banquete.

Jesús no habla del carácter ni del pobre ni del rico. Solo describe la escena que indica la vida de uno y otro de acuerdo a su posición y recursos, hasta que llega el fin de ambos.
El pobre es llevado al seno de Abraham. El “seno” (Gr. Kolpos) es una expresión relacionada con la ideología del pueblo judío en torno al “más allá, de la muerte”, relacionado asimismo con el término hebreo “Sheol”, descrito como lugar silencioso y oscuro, situado en lo más profundo de la tierra, donde todos los muertos tienen una existencia apagada y sombría, sin ninguna relación con Dios; hasta que se desarrolló la idea de la resurrección y de la retribución después de la muerte; por el S.II a.C.

Así se empezó a hablar de una doble morada: la de los justos que esperaban la resurrección; y la otra la de los malos que eran castigados y absolutamente separados de los buenos pero con la posibilidad de verse de un lado a otro.

También se explica, que en la parábola Lucas presenta el diálogo del rico, con Abraham, describiendo a Lázaro a su lado y al rico en sufrimiento; además la mención de que no se puede sortear los límites de un lugar a otro.
En el sufrimiento el rico apela a la condición de hijo de Abraham, llamándole “Padre” pero aunque Abraham le responde con la palabra “hijo”; ahora las relaciones étnicas y familiares ya no cuentan para recibir un favor, ni siquiera una gota de agua del dedo de Lázaro.

Dar frutos de conversión y buenas obras y no confiar solo en ser hijos de Abraham; porque Dios puede sacar hijos de Abraham de las mismas piedras. ¡Señor hemos comido y bebido contigo en las plazas¡…. No los conozco, aléjense de mí, agentes de injusticia y maldad.
Ante la imposibilidad de abrir la comunicación el rico pide a Lázaro como emisario que advierta a sus hermanos en la tierra y no acaben en el mismo lugar que él.

La respuesta de Jesús es congruente con el pensamiento judío: Ahí tienen a Moisés y los profetas; y lo que la ley y los profetas quieren es la justicia y la bondad con el pobre, el huérfano, la viuda, el migrante (Dt. 10, 17-19) y que mejor ejemplo queremos de profeta que Amós y su deseo de justicia y amor por los pobres, al igual que Dios lo que desea es la circuncisión del corazón.


El diezmo y la limosna según el eclesiástico, es un tesoro que da más provecho que el oro (Eclo.29, 11-13) La alabanza de la mujer perfecta se dice: “alarga su mano y tiende sus manos al pobre” (Prov.31, 20).
La parábola al igual que otras donde Lucas habla de los bienes materiales; nos enseña cuan necio puede ser el hombre en la administración de los bienes y el uso del dinero. Pero el colmo es atesorar o acumular bienes que se quedan para dividir y perder a quien los quiere poseer.

Por otro lado Lucas nos enseña que los pobres y los piadosos, los huérfanos y las viudas reciben la ayuda de Dios como Lázaro porque a ellos Dios les prefiere.
Podemos decir como síntesis que en el Evangelio las riquezas tienen una función social; son y deben ser un medio para remediar las necesidades de quién está pasando penurias y sufrimiento.

El sufrimiento del rico fue consecuencia de su indiferencia e insensibilidad con el pobre. Solo pensó en su poder, su tener y su placer, y ello fue su perdición. El dinero era su mayor apego y fue su perdición.
Como nos decía Jesús la semana pasada; Con el dinero tan lleno de injusticias, gana amigos que te puedan recibir, cuando no tengas nada, en la vida eterna.
Los bienes materiales pueden ser nuestros aliados en la práctica de la caridad y el servicio a los necesitados pero si se convierten en apego desmedido, puede ser nuestro peor enemigo.

El padre Javier Gómez es párroco de la Parroquia San Juan de los Lagos, Torreón.

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