Por: Pbro. Javier Gómez Orozco
CODIPACS.- El ministerio profético del profeta Ezequiel se sitúa en los años 586-593, éste último de la definitiva caída de Jerusalén en manos del rey Nabucodonosor y su deportación a Babilonia. Es posible que entre los 8,000 cautivos se encontrara el profeta Ezequiel. El profeta al igual que Jeremías, se opuso a la política del rey Sedecías y sus consejeros de planear el derrocamiento del poder babilónico.
Ezequiel luchó constantemente contra las ambiciones políticas de la clase gobernante de Jerusalén, proponiendo por el contrario la observancia de la ley y la obediencia a Yahvé. A partir de los reyes sumerios del III milenio, los gobernantes del Próximo Oriente, se referían a sí mismos como pastores de su pueblo.
El profeta Ezequiel compara a Sedecías y a los reyes que les tocó gobernar en su época, con malos pastores que han extraviado, perdido y herido a las ovejas, las cuales representan al pueblo de Dios en el exilio. Dios mismo, dice el profeta, revertirá los malos tratos y buscará a su pueblo y lo reunirá de todos los pueblos, como un pastor bueno reúne a sus ovejas; las regresará a su tierra, las llevará a sus pastos por los montes y praderas de Israel.
La preocupación de Dios por sus ovejas, especialmente las débiles, contrasta con el juicio a los malos pastores los cuales serán juzgados y remplazados. La tradición antigua ponía entre las tareas del rey, la preocupación por sus súbditos para mantener la paz y la prosperidad a la par que la paz y armonía en el reino.
Los malos gobernantes también abundaron en Israel y los malos reyes no dejaron de aparecer, lastimando y hostigando a su pueblo. Dios cambiará cada punto malo de los gobernantes y reyes y mostrará el rostro de la misericordia con su pueblo, Él les hará justicia.
Así nos lo dice el Salmo 22; “El Señor es mi pastor, nada me faltará”. Con esta imagen pastoril que nos presenta la relación de Dios como pastor y el pueblo como la oveja, se deja ver la determinación poética por la atención divina del pueblo escogido para guiarlo, acompañarlo, protegerlo y llevarlo a los mejores pastos y aguas.
Un Dios pastor bueno y atento que no escatima nada con tal de asegurar el bienestar de sus ovejas especialmente de las más necesitadas. En la mente de un buen pastor siempre está y estará la tranquilidad, el cuidado y el bienestar de las ovejas. El buen pastor, haciendo honor a su título, guía al rebaño por el sendero justo que él conoce perfectamente, evitando que las ovejas se extravíen.
Es por ello que cuando un pastor bueno pierde una oveja, inmediatamente se pone en acción para ir en su busca contra viento y marea hasta encontrarla y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros y la lleva de retorno a su hogar. Esta escena del pastor con la oveja en sus hombros es una de las imágenes icónicas para representar a un pastor bueno, atento y dedicado que está al pendiente de cada una de las ovejas, sean muchas o pocas, da lo mismo, cada una es importante y vale la pena dedicarle el tiempo y la oportunidad para rescatarla.
Y es que en la parábola, la oveja no es simplemente, un animal, es la representación de una persona, de un hijo que está en condiciones difíciles y necesita la ayuda del pastor. Es una persona perdida. Decimos en lenguaje coloquial la oveja perdida, la oveja negra, la oveja descarriada.
Es una persona que ha caído en una situación crítica y desesperada que necesita con urgencia atención y cuidado. El reto no es fácil; sacar a la oveja de la perdición, del descarrío, de la fatalidad. Se necesita una buena dosis de paciencia, de atención, de cuidado y sobre todo de misericordia para poder lograr el milagro de restablecer el orden normal de vida de una oveja o una persona.
No puedo imaginar el sentimiento de una persona perdida, porque nunca me ha pasado. Pero un niño que se extravía, es para una madre el motivo más grande y la preocupación principal de su vida.
El corazón de la madre está puesto en su hijo o hija y no parará, hasta dar con ellos como sea y a costa de lo que sea. Solo de esta manera podremos entender la preocupación de Dios y de su Hijo mediante su corazón sagrado que se desvive por sus hijos descarriados y perdidos. La misericordia divina se desborda en favor de aquellos que desesperados por su perdición, acuden gritando al gran Señor Pastor que les auxilie en su tribulación.
Pero el corazón de Dios, metafóricamente hablando, puesto que Dios no tiene corazón, sino Alma, Espíritu, se transforma en amor desbordado por aquellos que están cercanos a Él, a quienes ama entrañablemente y quiere para ellos lo mejor. Es motivo suficiente para que el texto evangélico exprese que Dios se alegra profundamente cuando encuentra, es decir cuando un hijo regresa a su casa sano y salvo y encuentra ahí el consuelo, la protección y la ayuda que Dios quiere para él.
El Sagrado Corazón de Jesús es la vida para los bautizados, es la fuente de la gracia y el don de la inmortalidad. Tan solo por eso vale la pena ser cristiano y más vale la pena esforzarse por vivir de acuerdo con las enseñanzas de su Evangelio, con la confianza de que ello nos concederá participar con Cristo en la vida eterna.
Esta es la prueba más grande de que Dios nos ama; que envió a su hijo a morir por nosotros y darnos con ello la oportunidad de participar con Él en la vida de Dios.
Aunque hubo en la historia de la iglesia muchas expresiones de amor y veneración al corazón de Jesús; es hasta el año de 1670 cuando se celebró por primera vez la fiesta solemne del Sagrado Corazón de Jesús en el Seminario de Rennes en Francia y después en otros lugares.
Pero dios escogió de manera especial a Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690) para revelar los deseos de su corazón y confiarle las tareas de la nueva devoción, descubriéndole las maravillas de su amantísimo corazón e invitándole a dar a conocer tan grande amor por toda la humanidad.
La petición era dar a conocer dicho amor por todos a través de un corazón de carne lleno de fuego y de amor por todos los que se acercaran a él. Un corazón de “Pastor” bueno que está al pendiente de todas sus ovejas y que la más débil y necesitada son su prioridad y su principal atención. Cómo no pensar en que Dios está pendiente de cada hijo, sea como sea; esté como esté; y si está necesitado, será prioridad, para el Pastor de Pastores, atender dicha situación.
En esta semana particularmente pidamos al corazón misericordioso y amoroso de Jesús que libre al mundo de la peor de las locuras, y la peor de las injusticias, como decía el Papa Francisco, de la guerra, especialmente en Medio Oriente, aún en momentos de incertidumbre y desconfianza entre los países involucrados.
“SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN TÍ CONFIAMOS”.