Por: Pbro. Mario Alberto Aguilar Escobar.
CODIPACS.- Hoy 22 de julio la Iglesia celebra a María Magdalena, la mujer que, habiendo sido meretriz, pudo haber sido uno de los primeros testigos de la Resurrección. Su festividad recuerda cosas como las siguientes: 1. que inseparable de la revolución cristiana es el lugar que la mujer tiene en los Evangelios; 2. que en las acciones y palabras de Jesús no hay signos de discriminación respecto a la mujer; 3. que las mujeres tienen un lugar privilegiado en la acción apostólica, siendo importante destacar el hecho de que uno de los primeros testigos de la Resurrección fue María de Magdala, reconocida como Apóstol de los apóstoles; 4. que la importancia de recordar que la María que hoy se celebra a menudo se ha asociado a la figura de una pecadora pública que después, gracias al encuentro con Cristo, se convirtió.
Al celebrar la memoria de María Magdalena (o Magdala), la Iglesia invita a celebrar una de las más notables figuras de Mujer que aparece en los Evangelios, alguien cuya grandeza le viene no de sus propios méritos, sino sólo del amor con el que Dios la bendijo en Cristo. De hecho, fue su amor por Jesús quien la convirtió; fue por amor que Jesús le dijo esas tan misteriosas y extraordinarias palabras: «no me detengas».
La grandeza de Santa María Magdalena, está en el servir al Señor; en estar con el Señor; en seguir al Señor. Y, por supuesto, siempre con la libertad y el amor que el mismo Señor la hizo aprender, la ayudó a encontrar, le dio la gracia de asimilar. Y si invocamos la santidad de esa María que fue pecadora, también debemos pensar en su especial predilección por todos los que se encuentran perdidos en las prisiones de una vida desnuda de la gracia de Dios, escondidos bajo los escombros de existencias solo aparentes, desvanecidos de toda la sustancia.
La tradición hace de Magdalena la patrona de las prostitutas arrepentidas y de todos los penitentes. Así, en un tiempo en que como en ningún otro el desprecio por el propio cuerpo alcanza proporciones tan increíbles, como bien se puede ver por la desenfrenada proliferación de la industria de la pornografía, el recuerdo de Santa María Magdalena debería poder ayudar a encontrar, siempre de nuevo, al que nos da la dignidad que tenemos, la libertad que necesitamos y la felicidad por la que aspiramos.
Por la boca de la propia María de Magdala sabemos quién es: el «Rabbuni» de su exclamación, aquel cuyo nombre es Jesús, el maestro, el resucitado. El hecho de que el Papa Francisco, haya transformado esta memoria litúrgica en una Fiesta del calendario litúrgico de la Iglesia dice mucho, es decir, habla de la importancia de Santa María Magdalena para la comprensión de la misión de la Iglesia y del papel que una mujer como ella puede y debe tener.