“No se puede servir a Dios y al dinero”

Por: Pbro. Javier Gómez Orozco

Am. 8, 4-7; Salmo 112; Tim. 2, 1-8; Lc. 16, 1-13

CODIPACS.- La institución profética nace en Israel como una necesaria guía para el pueblo de Dios, sujeto en su historia a muchas equivocaciones e infidelidades contra la fe monoteísta y contra su único y verdadero Dios. Los profetas anteriores ejercen su misión en la etapa de la monarquía y poco a poco se van marcando etapas de actividad profética hasta la aparición de los profetas posteriores como Amós.

Originalmente, aparece la presencia física del profeta en el palacio, como consejero y como guía tanto del rey como de la corte; pero con el paso del tiempo, se verá un distanciamiento físico y la acción crítica de la actuación del monarca.

Por otro lado, se observará una cercanía más significativa con el pueblo y una atención por el crecimiento y práctica de su fe. Los profetas anteriores realizaron su ministerio de manera oral; ellos eran reformistas y aceptaban las estructuras en vigor y creían que las limitaciones o fallas se podían solucionar sin cambiar dicha estructura.

Los profetas posteriores, Amós entre ellos, advierten que el sistema está podrido desde el fondo; es como decía el profeta Isaías, un árbol que debe ser talado hasta que solo quede un pequeño e insignificante tocón. Pero a diferencia de los anteriores, dejaron constancia por escrito de los acontecimientos y de sus profecías y oráculos.

La época dorada, por así decirlo, del profetismo en Israel es el S.VIII donde ejercieron su profetismo Amós, Oseas, Isaías y Miqueas. La situación social que vivieron fue de cambio económico; tanto el reino del norte como del sur, vivieron un auge significativo pero a costa de los más pobres hasta llegar a proporciones insostenibles.

En el aspecto religioso el pueblo tenía aún la idea y práctica de reconocer y aceptar a dioses extranjeros a los que seguía dando culto; por otro lado, la falsa idea que tenían del verdadero y único Dios, generó un culto vacío, lleno solo de ritos y acciones manipuladas por los dirigentes del mismo.

Muchos de los santuarios eran abiertamente paganos fomentando el culto a la fertilidad y la prostitución sagrada. En el aspecto político también aparecen cambios que llevarán irremediablemente a su destrucción y esclavitud. Los asirios transformaron el antiguo oriente en un campo de batalla tratando de imponer su hegemonía sobre pueblos pequeños y tribus dispersas.

Este es el marco de realidad en el que Amós nos presenta, lo que ocurre en la vida del pueblo de Israel, en el pequeño trozo de este domingo, poniendo la atención en la tremenda descomposición social que el reino del Norte está viviendo.

La suerte de los ciudadanos modestos es dura y el estado poco hace por aliviarla. Se perciben las injusticias y el marcado contraste entre los ricos y los pobres. Los pequeños agricultores se veían a merced de prestamistas usureros que finalmente se quedaban con sus tierras obligando al campesinado a vivir como esclavo.

Amós critica fuertemente las acciones de los poderosos y sus ambiciones sin medida; los comerciantes aprovechaban las fianzas de los pobres para ampliar sus riquezas; falseaban los pesos y medidas, recurrían a trampas legales sobornando a los jueces, dejando a los pobres en peores condiciones.

Amós considerado como el profeta de la justicia lanza un imperioso mensaje contra las autoridades políticas y religiosas de su tiempo y contra los abusos de los ricos que aprovechando la necesidad de los pobres, son capaces de comprarlos por un par de sandalias.

El sumo sacerdote Amasías estaba escandalizado de las palabras del profeta y de que se atreviera a criticar y atacar al rey Jeroboam. Por ello le grita abiertamente que calle y lo expulsa de Israel.

Amós sin embargo le anticipa que las acciones de Dios en su contra pronto se verán e irán al destierro y vivirán de la misma manera como trataron a sus hermanos en su propia tierra.

Cualquier parecido con la realidad actual, es pura coincidencia, dice una sentencia popular. La injusticia contra los pobres, los abusos en los salarios, las condiciones laborales, la falta de atención a la salud, la impunidad en el ejercicio de la ley, la abierta y descarada corrupción de personas e instituciones y otras situaciones graves; claman ante Dios y muchas voces proféticas de hoy lanzan imperiosamente el mensaje divino contra estas prácticas que denigran la vida de los hijos de Dios.

No en vano Pablo, en la segunda lectura, nuevamente se dirige a Timoteo, pero ahora lo hace para pedirle que en la reunión de las comunidades cristianas se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acción de gracias por los que tienen la responsabilidad de administrar y ejercer el poder en beneficio de los demás para que haya paz y bienestar entre todos.

Es conocida en el mundo antiguo, la práctica de orar por los funcionarios públicos, por los reyes o emperadores. Por ejemplo se conoce que en el templo de Jerusalén se ofrecían diariamente sacrificios al Dios de Israel por Roma y su emperador; al menos hasta la destrucción del templo en el año 70 d.C.

El objetivo de las plegarias, peticiones, oraciones y acción de gracias de los cristianos era orar por los poderosos del mundo para poder gozar de una vida tranquila y en paz. Es muy posible que entre los miembros de la comunidad cristiana hubiese personas influyentes y algunos con puestos públicos y el objetivo de la oración era buscar la protección divina y la benevolencia de los poderosos.

Pero las plegarias recomendadas no solo buscan el bien de la comunidad, están basadas en la voluntad de Dios de salvar a toda la humanidad y en el deseo divino de que todos lleguen al conocimiento de la verdad.

Tampoco es extraño en nuestro tiempo las amenazas por las confrontaciones armadas y las decisiones de los jefes de estado en la búsqueda de poder, prestigio, fama y dinero; ponen en riesgo la estabilidad y la paz entre los pueblos.

Las decisiones no solo tienen una responsabilidad política sino moral. La producción de armamento de todo tipo nos dice que por encima del bien y de la paz está la hegemonía del poder y la acumulación del dinero. Cuántas vidas inocentes se han perdido con la compra y uso de armamento; cuántas manos manchadas de sangre con tal de hacer sentir el poder.

Es necesario elevar al cielo oraciones por los responsables del gobierno para que tomen prudentes decisiones y nos alejen de la guerra; trayendo paz y bienestar a los pueblos porque ese es el deseo de Dios para todos. “Dios desea que todos los hombres se salven”

Otro ejemplo del comportamiento humano frente a “lo que es estimable para el hombre en este mundo”, es decir uno de los aspectos más deseados y buscados es la riqueza, el dinero. La palabra utilizada es “mamona” que proviene del arameo y de una raíz hebrea “aman” que significa confianza, tener fe o apoyarse en algo. San Lucas nos enseña con una parábola la manera como el discípulo debe comportarse frente a los bienes materiales.

Un administrador inteligente y sagaz que utiliza estrategias no muy convencionales para salir adelante en su infortunio al tener que dejar su trabajo de administración por malos manejos.

En esta parábola; Jesús no alaba las artimañas del mal administrador, sino que resalta su astucia para prever el futuro que le espera. Parece desalentador el trabajo duro de cavar o labrar la tierra y peor la vergüenza para pedir dinero; así que obra con astucia.

Solo por curiosidad y para darnos una idea del desfalco del administrador. Cien “batos”, barriles de aceite era la producción de 146 olivos con un costo de mil denarios. Cien “Choros”, sacos de trigo, equivalen a 275 quintales, unas 27.5 toneladas de trigo que era la producción de unas 42 hectáreas. En tiempos de Jesús el denario era como decir un salario diario de un trabajador.

El patrón reconoció que su “mal administrador” obró con prudencia, frente a una situación crítica y difícil para él. Tal vez anteriormente no se había preocupado por los trabajadores; ahora lo hace pensando en su suerte futura y lo hace con astucia.

Una enseñanza encierra la parábola para los discípulos; Jesús desea seguidores que sepan astutamente superar las dificultades que presenta la misión. Lucas presenta en este texto un llamado a los cristianos de hoy para no andar por la vida pensando que todo marcha bien y nunca vamos a necesitar de otros para salir adelante en la adversidad.

Es necesario ponerse a pensar en el futuro de nuestra vida y de nuestra fe. Como luego se dice: “hay que tocar fondo” para después iniciar el ascenso a la vida plena que Dios quiere para todos; “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” como la oración de la segunda lectura.

Al final de la parábola Jesús nos propone unos consejos prácticos en el camino de la misión. Estos consejos se refieren al uso que se debe hacer de los bienes materiales, en particular del “dinero” tan lleno de injusticias, como denunció el profeta Amós; crítica profética contra los que amontonan poder y riquezas.

El mal administrador pudo enriquecerse con los bienes de su amo, sin embargo, al final, cuando tiene que entregar cuentas, se encuentra con las manos vacías, lo único que le quedó como reconocimiento de su trabajo fue la sagacidad e inteligencia para salir adelante.

“Con el dinero de la injusticia, hagan amigos para que cuando no tengan, les reciban en la morada eterna”. La preocupación de nosotros como hijos de Dios (administradores de la vida) no debe ser la acumulación de cosas sino de bienes y valores, de amigos y de hermanos que sean nuestros valedores en el reino de Dios.

Los “bienes terrenos” deben servirnos como medio, nunca como un fin en sí mismos; medios para lograr los “bienes celestiales”.

Esta parece una buena inversión, aunque a los economistas no les parezca rentable. La fidelidad Dios ha de ser con la vida y sus exigencias; los bienes como medio ayudarán a cumplir con dicha tarea, más aún hay que utilizarlos para que nos sirvan en la misión encomendada.

El padre Javier Gómez es párroco de la Parroquia San Juan de los Lagos, Torreón.

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