El .001% de la población mundial ataca a 7,000’000,000

Por: Pbro. Jesús De la Torre

BUENA NUEVA.- Un extraño virus que apareció en China hace pocos meses, llamado ya científicamente COVID-19, ha servido para que el presidente de los Estados Unidos, con mala leche, lo califique de «virus extranjero» y se vaya sobre todo contra los países europeos, prohibiendo temporalmente los viajes en líneas aéreas a Europa. Gobernantes de signo autoritario han encontrado en el citado virus un aliado político para hacerse sentir, como les gusta, y conforme a su talante, ante  sus pueblos y el mundo, que D. Trump es un brillante ejemplo al cancelar vuelos aéreos a Europa. Pero la Unión Europea desaprueba el hecho, y señala la necesidad de una consulta y no que este asunto se resuelva en forma unilateral, pues es un asunto mundial.

A nivel casi mundial, las bolsas han bajado, un numero grande de espectáculos se han diferido para fechas de fin de año; en los mercados, hay compras llamadas «de pánico», por las que escasean papeles de baño y gel; muchos establecimientos, sobre todo educativos, cierran sus puertas y muchas personas se encierran en su casas, asunto que puede ser muy saludable, para bien de la familia. En fin, que estamos asustados, aunque nos dicen a todas horas que no nos asustemos, y de  que nos va agarrar ese virus, nos va a agarrar. El que no se asuste, no es normal.

Un columnista de Milenio ha hecho estas observaciones: «Nunca, en mis 54 años de vida profesional en el sector financiero, había visto turbulencias bursátiles tan exageradas como las que hemos tenido en las últimas semanas; el pánico se ha extendido en todo el planeta. La razón que alimenta el miedo es que muchos piensan que será inevitable una recesión mundial prolongada; las bases para pronosticar esto son pocas, pero la percepción de que nos va a lastimar el coronavirus es más intensa que cualquier tipo de razonamiento» (Manuel Somoza, 13 de marzo de 2020). Hay voces que dicen que pronto llegará  la vacuna. Ojalá, para que aplaque a muchos espíritus tan insensibles por averiguar dónde dormirán los pobres esta noche.

 Tenemos que afirmar que estamos frente a un hecho de dimensión mundial frente a un virus que puede matar, pero que hombres y mujeres científicos ya están a las puertas del descubrimiento de una vacuna benéfica.  A la numerosísima población de nuestros países latinoamericanos y a nuestra región lagunera, nos queda aplicar el antídoto de la prudencia ante el tal virus, frente a la avasallante fuerza de los medios de comunicación social, obrar con prudencia, sin exaltación, con la esperanza cierta.