¡Más pláticas?… Si nomás voy a bautizar

Por: Pbro. Francisco Javier Gómez Orozco

BUENA NUEVA.- Desde el mes de julio del presente año, se empezó a dar a conocer a través de los diferentes medios de comunicación las nuevas disposiciones que el obispo diocesano don Luis Martín Barraza Beltrán dirigió al clero y a los fieles de la Diócesis de Torreón, sobre la catequesis presacramental, para papás, padrinos y fieles que van a recibir algún sacramento.

Las reacciones al respecto parecen variadas; desde los fieles conformes, los inconformes o los indiferentes, hasta los párrocos que pesimistamente dicen que es imposible o los que optimistas creen que esto va a ser punta de lanza en el proceso evangelizador de la Diócesis.

Como sea es importante valorar, con conciencia histórica, las muchas actividades pastorales y propuestas que se han llevado a cabo en nuestra historia pastoral diocesana.

Me parece oportuno, al respecto, recordar cómo los obispos que en su momento formaban parte de la región pastoral del norte (Cd. Juárez, Chihuahua, Tarahumara, Casas Grandes y Torreón) decidieron poner en marcha un programa llamado: «Implementación de la evangelización presacramental», en cada diócesis respectiva y con el acuerdo de la provincia eclesiástica a la que se pertenecía.

El obispo de Torreón entonces, don Fernando Romo, envió una circular acerca de la preparación presacramental en la Diócesis. En uno de sus párrafos dice textualmente:

«La obligación empieza a tomar efecto a partir del día de Pentecostés, del 2 de junio de 1974,  y para ello pido y exijo a todos, su cooperación para hacer llegar a todas las familias la publicación de esta nuestra condición que desde ahora se hace ley, y que yo mismo presento como una carta familiar del obispo a los padres de familia… Como la carta de provincia dice que la obligación incumbe mucho más a los papás que a los padrinos, que a veces los traen de lejos, pero podrán ir concientizándolos de que escojan de entre los que puedan de inmediato ayudarles con su ejemplo e interés en la educación de sus hijos como hijos de Dios».

Ya para este momento algunas parroquias del campo diocesano habían iniciado con esta exigencia de evangelización presacramental con bastantes buenos resultados, por lo que el obispo exhorta a las demás parroquias y sacerdotes a realizar juntos dicho compromiso como una empresa pastoral que lleve poco a poco a la unificación pastoral y sacerdotal.

Habrá que trabajar unidos en este proyecto, de lo contrario los fieles se desorientaran y por inercia se irán a lo más fácil y se alejarán de sus parroquias, evadiendo así esta nueva obligación.

Echar a andar la imaginación y buscar las herramientas humanas y materiales que hagan de tal preparación una oportunidad amena y verdaderamente instructiva al respecto.

Ya para entonces el SEDEC funcionaba en la Diócesis con bastante buena presencia y fue responsable inicial de elaborar un material que se llamó: «Folder de catequesis prebautismal» y que se puso al alcance de todos.

El obispo insistió en que esto era el inicio de una nueva etapa de evangelización que era verdaderamente obligatoria y más si pensamos que muchas de las ideas que sostenían esos proyectos tenían su origen en los documentos conciliares que tanto eco hicieron en la vida  y ministerio episcopal de don Fernando y que sin duda fueron las que fraguaron con el paso de los años el desarrollo de nuestras primeras etapas de pastoral.

En esta nueva etapa diocesana, donde se encuentra al frente ahora don Luis Martín, parecería su propuesta como una novedad, cuando lo único que hace es continuar con el mismo proyecto de hace 45 años, proponiendo una actualización y mejoría del proyecto.

Sabemos párrocos y presbíteros que en el campo de la evangelización, debemos apostar por la verdadera formación de los laicos, la que nos garantice la continuidad de nuestros proyectos pastorales.

Muchos sacerdotes son testigos de cuánto bien hizo en su tiempo al pueblo de Dios en la Comarca Lagunera de Coahuila la implementación de la catequesis presacramental y del esfuerzo que ponía la gente en participar en este proyecto y, por otro lado, el entusiasmo de los presbíteros por atender este servicio pastoral.

No olvidemos que la historia también es maestra y que en nuestra Diócesis, tiene mucho camino antes que muchos de nosotros. Vale pues echar una mirada optimista a la memoria histórica y veamos lo que podremos obtener con nuestros nuevos aportes. Ánimo.