¿Cómo estamos?

Por: Mons. Luis Martín Barraza Beltrán, obispo de Torreón.

BUENA NUEVA.- Les comparto que en reuniones virtuales que he tenido con decanos, consejeros y consultores, además de con el presbiterio, han sido tres los temas recurrentes: a) solidaridad entre sacerdotes; b) cómo animar la solidaridad en las comunidades y c) la atención pastoral. 

a) En cuanto a la solidaridad sacerdotal, se trata de crear un ambiente de interés de unos sacerdotes por otros, a la altura de las circunstancias. Partimos del hecho de que todos nos sentimos vulnerables en nuestras personas y en la economía de las parroquias, sin embargo, se hace más llevadero todo sintiendo hermanos alrededor. Frente a la fragilidad del riesgo de contagio y de las consecuencias económicas y pastorales, resulta muy alentador saber que otros están en la misma lucha y están interesados en lo que nos pasa. La unión da fuerza interior y nos da esperanzas de que seremos rescatados en el último momento. Y si no somos rescatados al menos nos sentimos acompañados. 

b) En cuanto a las comunidades, hay preocupación por las familias más necesitadas. Desde un principio los padres comenzaron a organizar la solidaridad de sus parroquias para apoyar a los más desamparados. Es modesta la ayuda material que se puede ofrecer desde la Iglesia ya que solo se administra la caridad de la comunidad. Tal vez el mayor aporte de los creyentes, con su modesto compartir, sea promover la cultura de la solidaridad. Esto es más fuerte a la larga que el simple asistencialismo. Claro que frente al hambre cualquier ayuda es buena. 

Porque ya cada parroquia estaba animando la caridad y porque las necesidades van en aumento, es que se ha invitado con más insistencia a hacer de las parroquias centros de acopio. Se trata, simplemente, de ser facilitadores de la solidaridad, aprovechando las estructuras de las parroquias y la solvencia moral que pueda tener la Iglesia. Creo que estamos obligados a ofrecer este «capital», por si esto puede animar a más personas a compartir.

Además, no debemos dejar pasar la oportunidad de promover la caridad cristiana, que siempre lleva el plus de la caridad de Dios. El alimento temporal como signo del pan del amor de Dios como que puede llenar más. La forma evangélica de ayudar debe dignificar más a las personas, hacerlas más libres y capaces de ser protagonistas de su vida. Esto se topa siempre con el problema de que, para todos, es más fácil el dar y recibir sin compromiso con la situación integral de las personas, menos con el proyecto de Dios.

La caridad no ha quedado en despensas, sino que se ha procurado dar apoyo psicológico y espiritual, a través de los medios digitales.

c) En cuanto a la atención pastoral, se han estado trasmitiendo las celebraciones eucarísticas por las redes sociales. Los domingos hay cobertura de la Eucaristía dominical, en Catedral, por dos canales locales. En las plataformas digitales, también, se han difundido horas santas, la celebración del rosario y otras actividades informativas y formativas. Esto se ha hecho tanto desde las parroquias como a nivel diocesano.  Se ha generado material para ayudar a celebrar la fe en casa, para motivar a la solidaridad, para mostrar gratitud y solidaridad al personal de salud. Hay la intención, si fuera necesario y lo permiten las autoridades de salud, de visitar pacientes de COVID-19.