María es siempre camino que conduce a Cristo

Papa invita a rezar el santo rosario durante el mes de mayo

BUENA NUEVA.- En el mes de mayo, el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. Durante este mes, es tradición rezar el rosario en casa, con la familia. Las restricciones de la pandemia nos han «obligado» a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual.

El Papa Francisco, mediante una carta dirigida al pueblo de Dios, nos propone rezar el rosario y, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas posibilidades. En cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la sencillez. 

Es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de oración para seguir. De igual forma, el Papa ofreció dos textos de oraciones a la Virgen, que se pueden recitar al final del rosario, y que el mismo Pontífice dirá durante el mes de mayo, unido espiritualmente a los fieles (BUENA NUEVA te los comparte en las siguientes páginas).  

Pidamos a María refugio y protección

Dedicar el mes de mayo –también llamado mes de las flores– a María es una devoción popular arraigada desde hace siglos. Al acercarse mayo, consagrado por la piedad de los fieles a María Santísima, se llena de gozo nuestro ánimo con el pensamiento del conmovedor espectáculo de fe y de amor que dentro de poco se ofrecerá en todas partes de la Tierra en honor de la Reina del Cielo. 

En efecto, en este mes los templos y en las casas particulares sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y de su veneración. Es también el mes en el que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la divina misericordia.

Nos es por tanto muy grata y consoladora esta práctica tan honrosa para la Virgen y tan rica de frutos espirituales para el pueblo cristiano. Porque María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con Ella no puede menos de terminar en un encuentro con Cristo mismo. ¿Y qué otra cosa significa el continuo recurso a María sino un buscar entre sus brazos, en Ella, por Ella y con Ella, a Cristo nuestro Salvador, a quien los humanos en los desalientos y peligros de aquí abajo tenemos el deber y experimentan sin cesar la necesidad de dirigirnos, como a puerto de Salvación y fuente trascendente de vida?

Precisamente porque el mes de mayo nos trae esta poderosa llamada a una oración más intensa y confiada, y porque en Él nuestras súplicas encuentran más fácil acceso al corazón misericordioso de la Virgen, fue tan querida de nuestros predecesores la costumbre de escoger este mes consagrado a María para invitar al pueblo cristiano a oraciones públicas siempre que lo requiriesen las necesidades de la Iglesia o que algún peligro inminente amenazase al mundo. A María, pues, se elevan en este mes mariano nuestras súplicas para implorar con crecido fervor y confianza sus gracias y favores. 

Referencia: Encíclica Mense Mayo de Pablo VI en 1965.

Oración a María: 

Oh María,

tú resplandeces siempre en nuestro camino

como un signo de Salvación y esperanza.

A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,

que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,

manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano,

sabes lo que necesitamos

y estamos seguros de que lo concederás

para que, como en Caná de Galilea,

vuelvan la alegría y la fiesta

después de esta prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,

a conformarnos a la voluntad del Padre

y hacer lo que Jesús nos dirá,

Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo

y se cargó de nuestros dolores

para guiarnos a través de la cruz,

a la alegría de la resurrección. 

Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,

no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,

antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen 

gloriosa y bendita.

BUENA NUEVA te comparte un fragmento de los textos de oraciones a María que el Papa Francisco propuso para este tiempo de COVID, para que así desde tu casa puedas unirte:

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. 

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino

como signo de Salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, 

oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén. 

Nota: La oración completa se puede encontrar en el sitio web del Vaticano: vatican.va